pieza suelta

José Antonio / Pérez Tapias

Las ideas y sus soportes

NO es cuestión de elaborar un catálogo exhaustivo, pero lo cierto es que hay ideas de muchas clases, desde las peregrinas hasta las trascendentales -dicho con la venia de Kant, que en cuanto a ideas no se andaba con bromas-. Entre ellas tienen su hueco las ideas de verdad, que pueden ser las ideas sobre la verdad o las ideas que en verdad lo son. Éstas se contraponen a las que de suyo no son ideas, sino ocurrencias, ilusorios constructos mentales o ideas falsas al servicio del encubrimiento ideológico.

La reciente Conferencia Política del PSOE se convocó bajo el lema "Ideas de verdad", con patente intención de contrastar lo que en ella se formulara con el discurso del PP, dando a entender que en éste lo que se dice no es lo que parece, ni lo que se proclama, lo que se hace. Si se ha logrado transmitir a la ciudadanía que las ideas de los socialistas son ideas consistentes acerca de la lucha contra el paro, de reformas fiscales justas, de defensa de la educación y la sanidad públicas, de compromiso por la igualdad, de apoyo a la laicidad, de apuesta por las energías renovables y de profundización en la democracia a la vez que se busca una salida solidaria de la crisis, entonces, una vez celebrada la mencionada Conferencia, se puede decir no sólo que esas ideas lo son de verdad, sino que además son ideas coloreadas de rojo, percibidas así por sus destinatarios: trabajadores, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, a los que se va a pedir el voto.

Hablando de ideas es insoslayable ver si forman una constelación coherente; de lo contrario, dado que no funcionan aisladas, les faltaría la plausibilidad que proporciona un marco, y no sólo teórico, sino impregnado de valores éticos, que las haga creíbles. El comunicólogo George Lakoff insiste en ello. Es crucial que esas ideas dibujen el cuadro de un discurso socialdemócrata suficientemente reconstruido. En el PSOE se sabe y su candidato se aplica a tal tarea de recomposición, previa dosificada autocrítica a actuaciones en el inmediato pasado.

Pero las ideas no son entes de cualquier trasmundo; viven encarnadas. Quienes las asumen son su principal soporte y en política ese soporte, más allá del papel o más acá de los soportes digitales, es el que brindan los militantes socialistas y, de modo singular, su candidato. Rubalcaba, lejos de tics presidencialistas, pretende otro tipo de liderazgo como soporte por excelencia de esas ideas. Su titánico esfuerzo es el que exige el empeño por la credibilidad, el cual depende de esa mixtura de argumentos racionales y sana dosis de pasión política que invite a la confianza. Si eso se hace batallando por la dignidad de la política y jugando limpio en el espacio público, lo que haya de venir llegará como cosecha honradamente trabajada, sea cual sea la magnitud de lo obtenido.

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