La progresía de la izquierda y su presunta superioridad moral están consiguiendo, con sus ataques sistemáticos a nuestras tradiciones y sus políticas absolutamente sectoriales y sectarias, que una gran parte de la ciudadanía no se sienta representada y considere cercenada su identidad.
Buena muestra de ello fue el estrepitoso fracaso del Proyecto de Constitución Europea capitaneado por Giscard, por la negación de las raíces cristianas de Europa.
Pero hay ejemplos más cotidianos de esa negación, como el sufrido por los sanitarios del Cachorro en la Navidad de 2017, que tuvieron que reponer diariamente el árbol navideño del centro porque diariamente era retirado por la dirección del SAS, o por los sanitarios del centro de salud de El Greco en la Semana Santa de 2016 que igualmente se rebelaron contra la retirada de crucifijos orquestada por su dirección, que ordenó a un celador quitarlos todos, negándose éste.
La desaparición de símbolos cristianos no sólo comporta una negación de nuestras raíces religiosas -se practique o no alguna religión cristiana-, sino también de nuestras raíces históricas y de nuestra propia identidad forjada a través de los siglos. Por eso la gente se rebela frente a imposiciones contra nuestra historia y costumbres, y por eso estos sanitarios se rebelaron contra el frentismo del SAS, ya que el árbol de Navidad es un símbolo del mundo occidental presente en todas las grandes ciudades del mundo. Idéntico mecanismo de rechazo se produjo con la eliminación de los crucifijos colgados desde tiempo inmemorial.
Igual sensación nos produce a muchos la ausencia total de símbolos religiosos cristianos en los adornos navideños instalados este año por el Consistorio granadino. De dudoso gusto y estética discutible, a veces minimal-pobretones, a veces maximal-paletos, están pensados para que no se recuerde la natividad de Cristo.
Y qué decir de la antinatividad de Colau, siempre obsesionada con ofender a los católicos, ahora con sillas vacías en el lugar de la Virgen, el Niño y San José y la ridiculez del Señor Invierno. O Carmena, que desoyendo 50.000 firmas y un acuerdo plenario de restitución del tradicional Portal de Belén en la Puerta de Alcalá, ha vuelto a ningunear la Navidad cristiana.
La falta de respeto a las tradiciones de nuestra cultura y a nuestras raíces históricas produce rechazo por falta de identidad, rechazo que seguro se reflejará en las urnas. Es lo que tiene gobernar para las minorías y no para las mayorías.
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