LO último que se pierde es la esperanza, al menos eso se dice. Y es algo de lo que siempre presume el Granada 74, sobre todo su presidente. A nadie se le escapa que es imposible, casi -por si suena la flauta-, dar la vuelta al papelón que tiene esta noche y elimine al Atlético de Madrid. Más tras leer páginas atrás que su entrenador no tira la toalla. Vamos no es que Antonio Tapia destaque por su elocuencia y exaltación al manifestarse por su trabajo o el del equipo pero, para lo que nos tiene acostumbrados, llama la atención que no entregue el partido, principalmente porque el domingo reciben al Nastic y ahí es donde no pueden fallar si desean mantenerse en la zona media y alta de la tabla de clasificación. El conjunto rojillo ya tiene experiencia por lo sucedido en el choque de ida, en el que puso mucho en el asador para obtener escaso fruto y, a renglón seguido, caer ante la Real Sociedad. Y de haber ganado a los guipuzcoanos estarían entre los puestos de ascenso a Primera División.

El choque en el Calderón pinta mal, pero ya se sabe que siendo ante mi querido 'Pupas' todo es posible. Ya saben que el Atlético de Madrid es capaz de lo mejor y de lo peor y de eso ya ha dado muchas muestras. Sirva el dato que leí el otro día en Marca y decía que el conjunto colchonero tenía un reto ante el Granada 74, que no era otro que ganar el primer encuentro que disputa en el año, ya que no lo había conseguido en las últimos ocho temporadas.

Pase lo que suceda, lo único claro para esta noche es que el '74' juega contra un Primera en un estadio de Primera. Y eso a buen seguro que es más que suficiente para su presidente, Carlos Marsá. El dirigente, que no duda en fundirse la gran boletada por tener un equipo de Segunda con 'aspiraciones' de ascenso, a partir de esta noche entra en la cuenta atrás de cara al futuro inmediato. El tiempo avanza, como las competiciones, y ha de decidir dónde jugará su equipo la próxima temporada. Y eso es un tremendo lastre.