Parece ser que el evento de este verano viene bajo el nombre de Fray Leopoldo. Ni festivales de música, ni canción del verano, ni siquiera las obras fantasmas del Metro o la A-7 le hacen sombra a la beatificación del fraile capuchino. Nada importa frente al que se espera que sea el acto de mayor aglomeración de la ciudad, y posiblemente el único que cuente con el apoyo general de los ciudadanos. Y el oportunismo también se ha disparado con abanicos, gorras, camisetas y alforjas que se venden en distintos puntos de la ciudad como negocio alternativo.
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