OTRA vez de rodillas. Ayer, los jugadores del Granada CF volvieron a repetir la imagen que hace una semana emitieron no pocas televisiones del país. Los futbolistas, que no ven un duro desde hace más de cuatro meses, se pusieron de rodillas en Linarejos para rogar, una vez más, que se les pague lo que se les adeuda, que no es poco.

Es una pena lo que se ha realizado con el club rojiblanco, que a día de hoy está hecho unos zorros con el beneplácito de muchos socios, no todos, a los que se les ha llenado la boca con lo de histórico y que se han dedicado a avalar (en lo emocional, nunca en lo económico) a cualquiera que viniera de fuera para hacerse cargo de la sede de Recogidas (alguno ya la tiene casi en propiedad) sin mirar más allá del hecho de que hubiera fútbol el domingo. No se ha controlado nada y se ha permitido todo. Y ahí está el histórico poniendo de rodillas sus casi 80 años de historia.

Los jugadores no cobran. Siguen sin cobrar mientras el dimitido presidente en funciones, ése que prometió mucho y apenas ha alargado la agonía del Granada CF, les niega a algunos que, incluso, se busquen las habichuelas en otras latitudes. En el horizonte, unas elecciones, aunque todavía nadie ha dado un paso al frente. No nos engañemos: coger las riendas del club de nuestras entretelas lleva el 'regalo' de una deuda que nadie ha concretado en los últimos años, pero que es un pastón. Es como heredar una 'antiherencia'.

Es digno de destacar los esfuerzos que se han hecho y se hacen por intentar que no se hunda la nave rojiblanca. Pero todo se encamina en poner un parche, a lograr una especie de prórroga. Hace pocos años los empresarios de GRANADA parecían dispuestos a liderar un proyecto para el fútbol de la ciudad. Y desde el Ayuntamiento se les apoyó. Hasta que llegó el de fuera con un apellido de relumbrón y todos se deslumbraron. Para nada. Porque a día de hoy el Granada CF está de rodillas.