LAS elecciones andaluzas del 22-M van a ser los primeros comicios, excepto la ocasión excepcional y menos relevante de los del Parlamento Europeo en 2014, en los que se pueda constatar el alcance real del fenómeno Podemos, el partido cuya aparición ha causado mayor impacto en la escena política española en menos tiempo. Las encuestas que se vienen publicando coinciden en resaltar sus buenas expectativas electorales, pero también lo sitúan como un tercer protagonista de la futura política andaluza, con indudable capacidad de maniobra e influencia, pero no hasta el punto de considerarlo una alternativa de gobierno. A ello contribuyen la singularidad de Andalucía como escenario clásico de confrontación entre el centroderecha y la izquierda con menos margen para una tercera formación, y también algunas actuaciones del propio partido de Pablo Iglesias. Por un lado, la candidata de Podemos a la Junta se adscribe al sector más radical de la organización, con un discurso netamente de izquierdas y ribetes antisistema, que la propia mayoría de Podemos trata de suavizar con un control estricto de su campaña. Esta circunstancia contraviene expresamente el mensaje de moderación que la cúpula de Podemos está tratando de imprimir a su discurso conforme se acercan las elecciones que este año afectarán a todos los ámbitos institucionales de España. Por otro, la presencia activa de Íñigo Errejón en la campaña andaluza puede resultar negativa para los intereses de este partido, debido al oscuro episodio de la beca concedida por la Universidad de Málaga para un trabajo de investigación que realizó sin cumplir el requisito presencial correspondiente, razón por la que la propia Universidad tiene pendiente sancionarle con el apartamiento de cualquier labor investigadora en el futuro. El episodio se suma a las sospechas acerca del trabajo encargado por varios gobiernos del eje bolivariano a otro dirigente de Podemos, Juan Carlos Monedero, que ha tenido que regularizar su situación con Hacienda. Son actitudes que chocan directamente con el núcleo estratégico de Podemos, que se presenta ante la opinión pública como el auténtico azote de la corrupción y el ariete ético contra la "casta" de la política tradicional. Estos hechos no deben ser ajenos al dato extraído del Barómetro Joly, publicado el pasado fin de semana, según el cual Podemos aparece como el partido del que más andaluces aseguran que no piensan votar en ningún caso. También Podemos se juega mucho el día 22: si los electores atraídos por la novedad están dispuestos a confirmarlo como alternativa o lo reducen a la condición de tercer partido en liza, alejado de las posiciones dominantes.

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