La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Esa inmensa idiotez

Expresivos y concisos italianos. Morricone: "Tarantino è un cretino". De Luca: "Halloween è un monumento all'imbecilità"

Su soflama sobre Halloween me ha convertido en admirador del imprevisible y explosivo presidente de la región de Campania, Vicenzo de Luca, profesor de Filosofía e Historia que comenzó su carrera política en el PCI para después, tras el fallecimiento del histórico partido comunista italiano, pasar por el Partito di Sinistra, el Partito Democratico della Sinistra y los Democratici di Sinistra para militar actualmente en el Partito Democratico. La política italiana, oscilando siempre entre Gramsci y Totò, entre Andreotti y Alberto Sordi, con Berlusconi como cúspide felliniana. El fogoso Vicenzo de Luca ha sido noticia internacional gracias a su tonante advertencia de las medidas que va a tomar -entre ellas, el toque de queda- para impedir que la celebración de Halloween agrave la pandemia.

Es importante oírlo en italiano: "Halloween è questa immensa idiozia, questa inmensa, stupida americanata che abbiamo importato anche nel nostro Paese. Halloween è un monumento all'imbecillità". Tienen en un montón de vídeos la versión original subtitulada: "Halloween es esa inmensa idiotez, esa inmensa, estúpida americanada que hemos importado también a nuestro país. Halloween es un monumento a la imbecilidad". Magnifico. No tienen los estadounidenses de qué ofenderse. De Luca se refiere a la importación de la fiesta, no a esta tal y como los americanos la viven. Halloween en Campania, o aquí, es algo tan estúpido como unos sanfermines por Park Avenue -ni a Hemingway se le habría ocurrido ese disparate- o una Madrugá en Brooklyn.

Cuando los alemanes se cabrean dan miedo: parece que los micrófonos se van a doblar como en El gran dictador. Cuando lo hacen los franceses flagelan con las erres. Cuando lo hacen los americanos extreman su inglés nasal y asaetean -sobre todo ellas- con los agudos. Cuando lo hacen los ingleses parecen condenados a los extremos de la vulgaridad hooligan o la soflama de perfecta y pedante pronunciación de Laurence Olivier poniendo los ojos en blanco. En cambio, los italianos son espléndidos cuando se cabrean. Dicen en su bellísima, musical y expresiva lengua las cosas más tremendas con magnífica concisión y sin perder la musicalidad. Cuando le preguntaron al severo Morricone por Tarantino dijo: "È un cretino. Si limita a rubare cose di altri e a metterle insieme. Il suo cinema è spazzatura". Y se quedó tan a gusto como ha debido quedarse De Luca.

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