Crónica Personal

Hay que intentarlo

Hay que intentarlo, sí, pero es difícil que de una negociación de Sánchez pueda salir un acuerdo del que sentirse orgullosos

Tiene razón Sánchez, hay que intentarlo. Sin embargo, para dar un voto de confianza a quien intenta una operación tan delicada, tan urgente, como la que pretende abordar este Gobierno, es necesario que la dirija una persona de acreditado rigor en sus actuaciones públicas y privadas, una persona cuya sola mención provoque un gesto de alivio porque esa operación está las mejores manos, solvente, capaz de luchar por el éxito hasta la extenuación, sin sobrepasar las líneas rojas de la legalidad, de solidez incuestionable, patriota y de principios inamovibles. Y, para desgracia de los españoles que efectivamente desean una solución para el problema del independentismo catalán, no es Pedro Sáncez, ni de lejos. Y hay que apuntarlo con dolor, porque hablamos nada menos que del presidente del Gobierno.

Lo más importante en una negociación es confiar en la capacidad de los negociadores y en su altura moral. Y desgraciadamente quien defiende la bondad de los indultos alegando que hay que intentar reconducir la situación actual es un gobernante bajo sospecha. Es evidente que Sánchez ha sumado méritos sobrados para ser considerado persona no fiable. Ha engañado a sus votantes cuando dijo que jamás gobernaría con Podemos, ha pactado con partidos con los que afirmaba que nunca pactaría, y aunque en su declaración institucional de ayer presumió de su defensa a las leyes y a la Constitución faltan manos para mencionar ejemplos en los que se ha tomado la ley a título de inventario. Sólo uno, gravísimo por lo que pretendía: designar a Dolores Delgado fiscal general del Estado directamente desde el sillón del Ministerio de Justicia, porque la necesitaba para determinadas iniciativas.

Protagonizan los sanchistas una megacampaña de propaganda que provoca aún más sospechasEl colaborador del presidente que cuenta que lo importante es lo que se negocia en privado, no las declaraciones de los independentistas, tiene poca idea de cómo se tranquiliza a los intranquilos, a los que ven cómo los sediciosos sonríen con el gesto de los que se están llevando el gato al agua.

Arrepentimientos aparte, que no se han producido ni probablemente se producirán aunque son requisito para acceder al indulto, no ha habido una sola palabra de los sediciosos agradeciendo la merced y alegando que están decididos a emprender un nuevo camino de respeto a la legalidad. Al contrario, en cuanto tienen un micro delante, declaran que seguirán haciendo lo mismo hasta alcanzar la independencia.

Hay que intentarlo, sí, pero es difícil que de una negociación con Pedro Sánchez de por medio pueda salir un acuerdo del que sentirse orgullosos.

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