El lanzador de cuchillos

El inveterado Savater

Tiene razón el profesor vasco cuando dice que no todos los intelectuales tienen opiniones dignas de ser escuchadas

Fernando Savater fue, según los ficheros de la policía franquista, un anarquista moderado, un joven díscolo y contestatario, que se convirtió con los años en socialdemócrata liberal y en un gigante ético, brújula de una sociedad desorientada y huérfana de mentes lúcidas. Su figura se alza como un coloso en una escena pública demediada y empobrecida, dominada por políticos maniobreros y bisutería intelectual. Bisutería intelectual como la que ha pretendido vendernos Coradino Vega en El País (curiosamente, el diario en el que escribe Savater desde su fundación), calificando al filósofo donostiarra de "liberal hemipléjico". Para el escritor onubense, que no sólo se refiere (sin nombrarlo) a Savater, sino también a otros intelectuales de talla como Ovejero o Félix de Azúa (pero el que le jode más, y se le nota, es Savater) el viejo y respetable profesor vasco es un "inveterado columnista de El País" (casi parece que esté pidiendo a los jefes su jubilación) que ha traicionado la causa progresista por lanzar el dardo de su sarcasmo contra la intensita Greta Thunberg, la ridiculez inclusiva del lenguaje posfeminista o "la traición a España de Pedro Sánchez, por su diálogo con los nacionalistas". En el artículo, que es un ataque personal gratuito, lo acusa, además, de no saber discernir dónde termina el acto criticable y dónde empieza el ataque personal gratuito

De Cristopher Hitchens, el portentoso y controvertido escritor inglés, su amigo Richard Dawkins dijo: "Si te invitan a un debate con él, no vayas". Ese consejo valdría también para los oponentes dialécticos de Fernando Savater, polemista temible, siempre cargado de razones y argumentos que defiende, además, contra lo que asegura Coradino, sin perder nunca la sonrisa. Pero sabemos por el Cantar del Mío Cid que "lengua sin manos no es de fiar". Savater no es, como su admirado Montaigne, un pensador encerrado en su torre, sino un ciudadano comprometido con su país y con su tiempo que ha bajado al barro y se ha jugado -literalmente- la vida por defender la democracia y la libertad. No es de extrañar que su epitafio preferido sea el de Willy Brandt: "Se tomó la molestia".

Lo siento por Coradino, pero tiene razón el "inveterado" Savater cuando dice que no todos los intelectuales tienen opiniones dignas de ser escuchadas (la mayoría tiene inteligencia para hacer su novelita, pero no va mucho más allá). A muchos les falta, además, valentía y sentido cívico. Sí, estimado profesor, los intelectuales son como las putas, viven de gustar, y algunos no quieren perder clientela.

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