La izquierda se evapora

Me refiero a la izquierda clásica, la de los viejos valores de igualdad, solidaridad y fraternidad

A pesar de la excepcionalidad de momento, las elecciones vascas y gallegas se celebraron según lo previsto. La menor participación apenas si influyó en un resultado que estaba cantado. No suele ser así: en Andalucía, por ejemplo, la baja participación electoral -sin pandemia que la explique- resultó decisiva en el sunami político que se produjo. Cabe destacar que en las elecciones del 12-J, ni una ni otra comunidad, se dejaron arrastrar por el momento guerracivilista que padece la política española. El diferente comportamiento de los electores, según las elecciones, se puede considerar un signo de madurez. Estas elecciones ofrecían el aliciente de poder medir las preferencias, de los electores populares, entre el moderantismo de Feijoo y el frentismo de Casado.

Aunque sería un error sacar conclusiones demasiado directas, lo cierto es que, mientras que en las generales PP y PSOE casi empataron en Galicia, en las del domingo los votos de los primeros triplicaron prácticamente a los de los socialistas. Se podría achacar al tirón electoral de Sánchez, pero me temo que la cosa sea más complicada. Lo que ocurre es que, en las elecciones autonómicas en territorios con fuerte implantación nacionalista, el voto de izquierdas se evapora de forma acelerada. Me refiero a la izquierda clásica, la de los viejos valores de igualdad, solidaridad y fraternidad. Por ejemplo, los votos de izquierda en Galicia, desde hace tiempo, migraron mayoritariamente hacia fuerzas políticas de carácter soberanista. El principio, ideológico y moral, de la igualdad se ha visto desplazado por el de la identidad territorial, que es de naturaleza interclasista: tan gallego es Amancio Ortega como el más anticapitalista de sus conciudadanos.

El nosotros, frente al ellos -que es la esencia de cualquier proyecto nacionalista del signo que sea- no apela ya al proletariado o a los oprimidos de la tierra, sino a una identidad nacional única y excluyente. Teresa Rodríguez, la líder del anticapitalismo andaluz, se plantea a la vista del éxito construir por imitación una opción política de estricta obediencia andaluza. Por otra parte, su contrario, Iñigo Errejón afirma que la alternativa popular será confederal y plurinacional o no será ¡Qué le den al internacionalismo! ¡que cada uno barra para su casa! En la propuesta de ambos líderes, la suma de las partes ya no será el todo…. será la nada. Lo dicho, la izquierda se evapora.

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