La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Los jueces ponen los candidatos

A Cuenca le ha 'tocado' el juez refuerzo de Instrucción 6 de Sevilla, recién salido a la arena y con ínfulas de estrella

Con las primarias nos iban a devolver la confianza en la política. Ilusos; ellos y nosotros. Las trajeron los nuevos partidos como un símbolo de regeneración, han terminado contagiando a sus compañeros de la casta y hasta han desterrado esos procesos de dedazo que -con limitadas excepciones tan buenos resultados han dado a los aparatos en los últimos años para controlar el ruido de las batallas internas y el resultado final. En apariencia.

Hoy todos presumen de transparencia, de democracia interna y de participación con primarias que no lo son. Para empezar, todos los partidos tunean las reglas del juego para condicionar los censos y desactivar a los rivales con verdaderas posibilidades de desestabilizar al partido. ¿Sirve de algo gastar esfuerzo y dinero en unas primarias con una candidatura unitaria? Es más que legítimo el acuerdo de IU y Podemos en Andalucía con el "tándem" anunciado de Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo pero poco se diferencia de la calculada estrategia que acaba de protagonizar Ciudadanos para apuntalar a Juan Marín como cabeza de cartel eliminando a su rival más peligroso (Luis Salvador) o con el paseíllo que en su día protagonizó Susana Díaz dejando fuera a cualquier aspirante con una mínima posibilidad de hacerle sombra.

Tanto nos gustan las primarias que así llamamos las que distorsionamos y descafeinamos por el camino e, incluso, las que formalmente ni siquiera lo son. Es el caso del congreso del PP de hace un año que revalidó a Sebastián Pérez en la presidencia provincial. Justo esta semana lo ha tumbado una sentencia judicial dando la razón a su rival directo, el concejal Juan García Montero, por las irregularidades de un proceso que no cumplió los plazos y exigencias de información que establece el propio reglamento del partido ni se controló que los militantes estuvieran al corriente del pago de las cuotas para poder votar.

En la entrevista que hoy publicamos, García Montero lo acusa de "tramposo", habla de "flagrante pucherazo" y asegura que "engañó" a la dirección regional para lograr que diera carpetazo a las alegaciones que presentaron a nivel interno desencadenando la vía judicial. Aunque no es más que una continuación del guion de quienes desde la operación Nazarí se han agrupado en torno al exalcalde Torres Hurtado, lo realmente llamativo está en el titular: dice que los dos "deben dar un paso atrás", que sería un error volver a abrir un conflicto por la presidencia del partido con unas autonómicas a la vuelta de la esquina y que todo el PP debe volcarse con Juanma Moreno. Sobre todo, cuando lo que se juega el PP en Andalucía no es sólo intentar gobernar por primera vez en cuatro décadas, sino mantener a raya a Ciudadanos para no perder el liderazgo de la oposición. Su jugada viene a reeditar el epílogo de Torres Hurtado: me voy pero con la cabeza de Sebas como trofeo. El momento y las circunstancias son, sin embargo, bien distintos: el PP de Rajoy apenas tardó unas horas en dejar caer al alcalde de Granada -hablamos de una retahíla de denuncias penales- y el PP de Casado está convencido de poder recuperar la capital en las próximas municipales con Sebastián Pérez como candidato. En Génova creen que la mayoría social está de su lado y que sólo tienen que hacer las cosas sin demasiados errores. Los tiempos de la justicia, además, podrían favorecerle ya que la resolución del recurso que el partido ha presentado puede dilatarse meses. ¿Los suficientes para llegar a mayo de 2019 sin tener que cambiar el rumbo?

Pendientes del reloj judicial también están en las filas socialistas. Por muy "administrativa" que sea la causa por la que está imputado el actual alcalde, Paco Cuenca, su suerte en los tribunales por la gestión que realizó siendo delegado de Innovación pinta negro: me dicen que el juez de refuerzo de Instrucción 6 de Sevilla -recién salido a la arena y con ínfulas de estrella- está decidido a llegar hasta el final construyendo su particular macrocausa a costa del regidor granadino. ¿Recuerdan a Alaya interfiriendo en las elecciones? Ni dedazos ni primarias: la justicia poniendo (y quitando) candidatos. Porque ellos lo han buscado.

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