La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

El lado oscuro de los asesores

Como ocurre con los 'lobbies', su trabajo discurre detrás de los focos, fijando estrategias y apagando fuegos

En momentos de bloqueo y desgobierno, resulta difícil no caer en la nostalgia de estabilidad que ha significado el bipartidismo. Aunque fuera un espejismo. Aun sabiendo que, tras los vehementes anuncios sobre la necesidad de "abrir ventanas" y "levantar alfombras", de lo que siempre se ha tratado es de un obligado intercambio de sillones y de intereses.

Hoy por ti, mañana por mí. La necesidad acaba por imponerse y la operación limpieza se queda a medias. El duro relato de la oposición se descafeína cuando se toca el poder con la misma rapidez con que el pragmatismo del gobierno diluye las líneas rojas de los partidos y torpedea los muros de las ideologías. Lo estamos viendo estas semanas con la irrupción del PSOE en el Ejecutivo central y lo sufrimos -con cada cita electoral- cuando los dos grandes se entregan el bastón de mando mientras los nacionalistas se ocupan de lo suyo y desde IU se ven obligados a alternar su papel de aliado y de pepito grillo.

Todo esto iba a cambiar con los nuevos. La llegada de Ciudadanos y de Podemos iba a significar mucho más que la fragmentación de una foto. Más apertura; más transparencia; más democracia. La realidad, sin embargo, nos lleva a una triste encrucijada: o las expectativas eran demasiado altas o han tardado demasiado poco en dejarse contagiar.

No se trata (sólo) de las dificultades de gobernar en minoría, porque el rodillo ayuda a decidir pero no a acertar. El intento de despolitización de RTVE se ha convertido en todo lo contrario: después de la fallida elección de candidatos, sólo faltaba el capítulo de las equivocaciones y las ausencias en la votación. ¿Tanto les supone a sus señorías llegar a tiempo y acertar al pulsar un botón?

Crece la crónica del despropósito si tenemos en cuenta la precipitación con que se ha afrontado uno de los proyectos más sensibles del actual debate público, recordamos que es una de las grandes asignaturas pendientes de la industria audiovisual y sumamos tanto la falta de tacto a la hora de buscar el consenso como la osadía de pensar que bastaría con un relato pactado. Más aún si hay que hacer equilibrismo con 84 diputados.

Aunque Rosa María Mateo pueda funcionar como salida transitoria -¡ojo que Joaquín Durán lleva un lustro de interino!-, la lección que los partidos nos están lanzando desde Madrid es que no siempre sumar significa más ni mejor. ¿Es todo consecuencia de los aciertos y errores de quienes salen en la foto? Pero también de sus equipos: de los oficiales y, cada vez más, de esa masa gris que se mueve en la trastienda de las instituciones haciendo cálculos y apagando fuegos. Es el mundo de los asesores; el lado más oscuro del poder. En ocasiones -estoy pensando en House of Cards-, hasta siniestro.

Como ocurre con el caso de los lobbies, su trabajo discurre siempre detrás de los focos, sobre el filo de la navaja de lo ético y lo moral, pero no nos olvidemos de que es un puesto legal. Incluso lo pagamos entre todos cuando hablamos de la nómina de asesores que se asignan a los diferentes partidos siguiendo el marco normativo de las distintas administraciones públicas.

Esta semana, el Ayuntamiento de Granada ha situado a los asesores y al personal de confianza de los grupos a este lado de la actualidad. Con el acuerdo de PSOE, PP y Cs, se ha modificado el ROM para que puedan trabajar fuera de las dependencias municipales. Hablamos de una plantilla eventual que supone una remuneración anual de 670.000 euros para las arcas públicas.

Es verdad que el acuerdo arroja algo de luz al limbo en el que desempeñaban sus funciones pero no es menos cierto que se abre una preocupante incógnita sobre la deriva de la medida: ¿al final se acabarán desviando recursos municipales en beneficio de los partidos políticos? Con el calendario electoral a la vuelta del verano, no parecería descabellado pensar que sobran los signos de interrogación como ya alertan IU y Vamos Granada.

Esta reflexión nada tiene que ver ni con su profesionalidad ni con la importancia de su papel. A todos nos interesa que haya asesores: buenos, los mejores que se puedan fichar, pero trabajando en beneficio de los intereses de todos. No en el lado oscuro.

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