Otro año más, la Agencia Tributaria ha publicado la lista de grandes morosos de España. El día de la marmota, con los mismos apellidos y las mismas sociedades que dejaron a deber unas cantidades que a cualquier persona le darían para una vida e, incluso, para algunas más. Claro está, aparece alguna novedad, alguna empresa o firma que debió olvidar el pago de algunos asuntos. El asunto es que la mayoría de los caminos conducen al ladrillo y en el caso de Granada la herencia de esa especulación urbanística pesa ahora como una losa para aquellos empresarios que durante décadas forraron la provincia con sus carteles y campaban a sus anchas sin miedo a los tribunales. Hasta que la cuestión cayó por su peso. No deja de ser curioso que el mismo día que se publica la lista de morosos, donde José Ávila Rojas es el sospechoso número uno de Granada, también se conozca que la Hacienda de Jesús del Valle, que este empresario tuvo en propiedad, esté en ruinas y haya entrado en la lista roja del patrimonio. Algo, desde luego, se hizo mal en la que desde las instituciones se miró para un lado mientras se construía el futuro.

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