Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

La leal infantería de lo que sea

Esta semana todos hemos sido Hasel. Más bien, nos lo hemos comido: en el desayuno, el almuerzo y la cena. El rapero catalán tiene cara de no haber roto un plato. Su aspecto redondeado disuena con las letras de sus canciones recitadas, que proponen bombas-lapa bajo el coche de personas concretas, golpes de piolé en la chorla de otras, ojito que te mato. A mí me parece bien -y una cosa infumable- que diga lo que quiera en hip-hop, que su rap conciencia se produzca y consuma con el plus de marketing de la conflictividad y la lucha contra el feisxisme del Estado que lo ataca con el brazo de una justicia que, como todos sabemos, no existe en España. Una justicia que, como la prensa para el vicepresidente del Gobierno, debería ser metida en vereda; o sea, controlada por el poder ejecutivo. Y el poder lo quiero yo, le falta decir a Iglesias. Un pioletazo en el cráneo al Montesquieu ese, zorras. Digo este insulto machista porque es uno de los preferidos de Hasel en sus tuits ("Vete a comer pollas zorra hija de la gran puta").

Hasel ha entrado en prisión por su negativa a cumplir las obligaciones que le fueron impuestas por condenas anteriores, aparte de por reincidir en delitos, que es un motivo habitual para que la gente acabe entre rejas en este y en cualquier país. "Tú y otros lúmpenes me robáis la mesa de mezclas; yo te rompo la boca", decía el líder de Podemos en aquellos entrañables vídeos propios de delegado de Políticas de la Complutense en la época del nacimiento de Podemos. Pues si vosotros, jueces del régimen de la Transición españolista me entrulláis al rapero, arengo a los jóvenes antifascistas a los contendores y los cajeros. Hablo del portavoz morado, Echenique.

Ha ardido todo tipo de mobiliario urbano y bancos y tiendas; una chica ha perdido un ojo, docenas de heridos, muchos de ellos policías. Marchita fresca para los reventadores urbanos habituales, que lo mismo valen para esto que para un operativo indepe u otra victoria futbolera, y han respondido al toque de corneta. En las huestes de la acción directa, hay defensores de las libertades, idealistas y no poco profesional del mechero, la pedrada, el volquete y el cristalazo: la leal infantería de lo que sea. He de reconocer que un mensaje habitual en estos días sí me ha hecho pupa: el que compara la lucha obrera que en España volcaba autobuses para reclamar la jornada de ocho horas hace cien años con los que defienden al bardo leridano como símbolo de la lucha contra la represión. Es como poner las manos sucias sobre Mozart, que diría Manuel Vicent. El rapero Amadeus, ya saben.

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