Quousque tamdem

Luis Chacón

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La lección de Django

El nivel intelectual de muchos es el de un muñeco de trapo. Se adaptan a cualquier espacio pero carecen de iniciativa

Si le gusta el jazz, conoce a Django Reinhardt. Un gitano belga, criado a las afueras de París y creador del jazz manouche; alegre, divertido, profundo y con mucho swing. A Django, el jazz le ofreció un espacio de libertad y expresividad que facilita la improvisación. Y bien que lo aprovechó. Junto al violinista Stephane Grapelli, el Quinteto del Hot Club of France escribió algunas de las mejores páginas musicales del siglo XX. Nunca supo leer una partitura. Aprendió a tocar el banjo que le regaló un vecino enterado de su interés por la música, observando con atención como otros pulsaban las cuerdas.

Una noche, de vuelta a su caravana tras una velada musical en el parisino club La Java, Django encendió una vela, con tan mala suerte que alguna gota de cera prendió en las flores de celuloide que hacía su mujer para venderlas en el mercadillo. El fuego se expandió. Envuelto en una manta escapó del infierno junto a su esposa. Pero las altas temperaturas le dañaron gravemente la mano izquierda. Tenía 18 años. Pudo rendirse, hundirse en su desgracia o asumir que no era posible tocar el banjo con dos dedos inútiles. Pero buscó otro camino. Y con inteligencia, imaginación y esfuerzo, creó un sistema personalísimo de digitación usando sólo, los dedos índice y corazón. Hizo de la necesidad virtud y nos regaló una música única y especial que sigue emocionando setenta años después de su muerte.

Cuando ves personas capaces de imaginar, piensas que es inadmisible que esta eterna campaña electoral sólo proponga las mismas recetas de siempre. Y que se haga de un extremo a otro del arco ideológico. Ni resucitar recetas caducas y trasnochadas, a izquierda y derecha, es innovar; ni instalarse en el no hay otra forma es ilusionante. Es inútil oírlos. Sabemos qué nos van a decir, cuando y hasta dónde. ¿Nadie es capaz de pensar? ¿No hay en los partidos ideas nuevas para situaciones distintas? El nivel intelectual de muchos es el de un muñeco de trapo. Se adaptan a cualquier espacio pero carecen de iniciativa. Tampoco se caracterizan por la fortaleza en la defensa de sus principios ni por la flexibilidad que da la capacidad de racionalizar problemas y aportar soluciones. Personifican la definición que hizo Groucho de la política: el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar los remedios equivocados. Algunos lo bordan. Por eso, hay que buscar a los Djangos.

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