Crónica personal

Pilar / cernuda /

La ley Wert

LO peor de la ley Wert es que no ha logrado el apoyo de ningún partido de la oposición. Lo mejor, que trata de corregir errores funcionales que han provocado que España se encuentre en la cola de países con mejor nivel de educación, y en la cabecera de los países con mayor fracaso escolar.

Con esos datos se hacía necesario dar una vuelta al sistema educativo español, y quizá Wert debería haberse esforzado más en lograr algún tipo de acuerdo al menos con el PSOE, no sólo porque también los socialistas tienen ideas positivas sobre cómo debe ser la educación del futuro, sino también para evitar lo que ocurrió cuando el PP perdió las elecciones del 2004: que la primera decisión del nuevo presidente socialista fue abolir la ley aprobada en tiempos de Aznar.

La Lomce es la séptima ley de enseñanza de la democracia. Incorpora ingredientes importantes, la mayoría de ellos positivos, como se ha demostrado en la mayoría de los países de nuestro entorno. Entre otros aspectos potencia asignaturas básicas para una formación completa, convierte el castellano en lengua vehicular manteniendo la obligatoriedad de aprender las lenguas propias de cada región y obliga a realizar exámenes para conocer el grado de conocimiento de los alumnos antes de pasar a otro nivel.

La oposición ha puesto el acento en asuntos menores como la clase de religión, subvencionar los centros concertados con segregación por sexos, o la conversión de Educación para la Ciudadanía en una asignatura sobre los valores éticos. Insisten además en que el plan Wert discrimina a los económicamente débiles, a lo que responde el ministro que no se puede subvencionar a los jóvenes que no hacen el menor esfuerzo y se eternizan en los centros como repetidores a costa de que el resto de los ciudadanos les paguen sus estudios. Los nacionalistas, por su parte, se revuelven contra el nuevo modelo de enseñanza del castellano; es, desde siempre, la posición que mantienen ante los distintos planes que obligan a que los niños de cualquier región aprendan de forma prioritaria el idioma común a todos ellos.

Seguro que la Lomce era mejorable, pero contiene artículos que exigían una parte considerable de la comunidad docente y de padres de alumnos. Seguir como estábamos, con una enseñanza deficiente, no tenía sentido; menos aún en un mundo en crisis que exige una preparación adecuada a la que se recibe en otros países. En estos cuarenta años de democracia no ha habido ley educativa que haya logrado el apoyo conjunto de PP y PSOE.

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