La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

No llamen odio a lo que no lo es

No se les rechaza por su nacionalidad, su raza o por ser pobres, sino por sus comportamientos

Madrid, lunes por la noche. En la pelea entre dos bandas latinas -Dominican Don't Play y Trinitarios- en el distrito Puente de Vallecas se utilizaron escopetas de cañones recortados, navajas y machetes. Se saldó con siete heridos, cuatro de ellos graves: uno fue tiroteado cuatro veces por la espalda, dos recibieron machetazos en un ojo, en la espalda y en la mano, y el cuarto, una cuchillada en la mandíbula con fractura de huesos. Los miembros de las dos bandas heridos o detenidos tienen entre 16 y 23 años. Pero hablar de ello y constatar que existen bandas latinas al igual que, en otro nivel de la delincuencia, existen bandas georgianas, rumanas, albanesas o chinas, es alentar la xenofobia.

Sevilla. Veo en los informativos nacionales que los vecinos y comerciantes de la Macarena siguen estando hasta el gorro de los guarros que se cagan, mean, ayuntan, drogan y pelean en las calles del barrio llenándolas de inmundicias. Se emiten imágenes que lo dejan bien claro. Aquí lo sabemos hace mucho, pero no se hace nada. La concentración de albergues y centros sociales en el barrio es la clave de la proliferación de los elementos que tienen estos comportamientos intolerables. Pero hablar de ello y denunciar estos problemas es fomentar la aporofobia -palabra inventada no hace mucho y reconocida por la RAE- u odio a los pobres.

Pues mire usted, ni xenofobia ni aporofobia. No se trata de odio a todos los extranjeros, sino de preocupación o miedo ante los que delinquen importando modos extremadamente violentos. No se trata de odio a los pobres ni de ignorar despiadadamente a los sin techo, sino de rechazo a las actitudes que van mucho más allá de lo incívico de quienes tratan tan mal a los demás como se tratan a ellos mismos. Una cosa es rechazar a alguien por su nacionalidad, su raza o su pobreza -lo que sería xenofobia, racismo y aporofobia- y otra muy distinta rechazarlo por su comportamiento. Una cosa es ser latino, rumano, georgiano o albanés y otra es ser miembro de una banda. Una cosa es sufrir la pobreza y otra hacer sufrir a los vecinos adoptando comportamientos intolerables. Extender el comportamiento de unos pocos a un colectivo es un error. Pero también lo es mirar para otra parte fingiendo que estos grupos y estas actitudes no existen, llegando incluso a acusar de fomentar el odio a los extranjeros o a los pobres a quienes día tras día las sufren y denuncian.

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