No rima, pero la lluvia caída estos días en la ciudad ha sido una maravilla, y por distintos motivos. El primero de ellos es que, aunque poca, nunca viene mal el agua a los embalses de la provincia, que van a cerrar el año a un tercio de su capacidad total, con todos los problemas que eso acarrea para la agricultura. Otro es que, con el mal tiempo, nos quedaremos en casita, en una especie de confinamiento domiciliario autoimpuesto, con todo lo bueno que eso traerá para la presión hospitalaria y la curva de contagios.
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