No hay lluvia más inoportuna e inconveniente que la que te pilla un fin de semana por la noche, de forma imprevista y sin posibilidad de echar mano a un paraguas por no estar en casa. Eso es lo que les pasó a muchos granadinos en la madrugada del sábado al domingo, cuando el agua comenzó a caer cerca de la medianoche y arreció con contundencia conforme pasaban las horas. Definitivamente el otoño ya está aquí, y el frío y la tromba despertó a más de un noctámbulo con dolor de garganta. El que pudo, cogió lo que tenía a mano para refugiarse en cualquier local.

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