Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Un mal día

EL miércoles no fue un buen día para la imagen que proyecta la Justicia desde Granada. El azar hizo coincidir dos asuntos que atrajeron el interés del país: la inexplicable apertura de diligencias penales contra cuatro científicos del Banco de Líneas Celulares y la expulsión de una juez de Motril, Adelina Entrena, por dilatar el mantenimiento en prisión de tres personas en otros tantos procedimientos. Ningún nexo une el caso de los investigadores puestos inopinadamente en la picota con el de la juez, salvo la supuesta causa determinante de ambos, la negligencia, la omisión o el olvido.

Vayamos por partes. Resulta inexplicable y asombroso que una de esas denuncias en serie que los activos grupos ultraconservadores mandan al tuntún a los juzgados, como quien lanza granos al cemento con la esperanza de que germinen, haya prosperado en un juzgado de Granada. He dicho bien lo de "granos" y "cemento" porque si bien la discrepancias con el fondo ético de la ley sobre investigación con preembriones es legítima la denuncia contra los cuatro científicos del Banco de Líneas Celulares de Granada por cumplir la ley es un disparate no sólo jurídico sino que atenta contra el sentido común.

La propia suscriptora de la demanda -suscriptora, porque no la redactó sino que se limitó a firmar el modelo fotocopiado- es partícipe de mi misma perplejidad. La única explicación que Carmen Aeroso, que así se llama la demandante, ha encontrado para entender el inverosímil éxito de su fotocopia es que en Granada haya caído en manos de "algún juez sensible", es decir, un juez que profese sus mismas creencias. Incluso el secretario del arzobispo de Santiago de Compostela, más razonable que la propia firmante, le anticipó que sería archivada.

¿Qué pasó en el juzgado de instrucción número ocho para que dieran crédito a la demanda? La cuestión es tan extraordinaria que sólo se explica por el descuido. Mal asunto, en cualquier caso, para la confianza que debe inspirar la relación entre la ciudadanía y la Justicia.

Por su lado, la expulsión de la carrera de la juez Adelina Entrena, por decisión del Consejo General del Poder Judicial, revela la trascendencia que tienen en los juzgados los errores burocráticos, las desatenciones y los descuidos. Los de la juez Adelina no fueron aislados sino de una rara persistencia que denota, no se sabe bien, si una personalidad olvidadiza o absolutamente negligente. En cualquier caso, tres presos que habían cumplido su pena o que habían superado el tiempo de condena permanecieron entre rejas por las obnubilaciones de la juez Adelina. Mal día, dijimos al principio, aunque al menos nos queda el consuelo de que los mecanismos correctores funcionaron con eficacia.

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