Crónica personal

Pilar Cernuda

La mano en el fuego

RAJOY ha querido poner la mano en el fuego por Esperanza Aguirre. Mejor dicho: Mariano Rajoy defiende a capa y espada la honradez de la presidente madrileña, pero poner la mano en el fuego... Gloria Lomana se lo preguntó dos veces, para ver si decía sí o decía no, pero Rajoy no se mojó como sus candidatos vascos, los que se metieron en las aguas de La Concha en original acto de campaña electoral; reiteró que cree en la honradez de Esperanza Aguirre y no hubo manera de sacarle ni una palabra más.

La mano en el fuego no se puede poner por nadie, a no ser por los niños. El mundo está lleno de dedos abrasados y en política aún más.

Felipe González ha quedado manchado por los delitos cometidos por aquellos a los que defendió a capa y espada, defensa que no todos merecían. Tuvo subordinados que fueron injustamente tratados y otros que merecieron con creces ser llevados a la picota, porque se enriquecieron ilícitamente y protagonizaron toda clase de fechorías, sin que ello significase que pertenecieran a un gobierno corrupto o un partido corrupto. Corruptas son las personas, no las instituciones, clubes o partidos de los que forman parte. En política las sorpresas están a la orden del día, han caído torres admirables que sucumbieron a la tentación de ganar dinero rápido y se han creado sociedades para financiar partidos. Que no escandalice nadie por recordarlo, porque muy pocos están libres de culpa. 'Filesa' se ha convertido en sinónimo de financiación ilegal, al igual que 'tresporciento', dos términos que llegaron incluso al parlamento, al español y al catalán, donde se corrió un tupido velo cuando Maragall amenazó con tirar de la manta. Lo que no significa que todos los que estaban en el gobierno socialista supieran de los trapicheos de los filesos ni que todos los que dirigían CiU en tiempos de Pujol supieran que desde determinadas consejerías se exigían prebendas a cambio de adjudicaciones. También el PP sabe de irregularidades: de hecho se están investigando cuentas en Baleares y Canarias, de las que pueden salir nuevos sustos para Rajoy o, como en el caso del lino, que están limpios de polvo y paja. Habrá que esperar. Pero es evidente que sabiendo lo que sabe sobre cómo se mueven algunas cosas en política, Rajoy estaba obligado a apostar por la prudencia.

Días atrás le preguntaron a Aguirre si ponía la mano en el fuego por sus colaboradores, y respondió que sí con firmeza. Al poco tiempo anunciaba que destituía a uno de sus cargos de confianza, el consejero López Viejo. Rajoy, que ha demostrado sobradamente que cuando ve algo raro ordena la destitución fulminante del responsable del departamento en el que se produce ese algo raro, no quiere quemarse. Cauto, defiende la honradez de las personas que tiene por honradas, pero poner la mano en el fuego ... ni hablar.

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