Hace meses que dice tener la mano tendida al Ayuntamiento. Pero el delegado de Cultura, Pedro Benzal, puede quedarse como estatua de sal con su mano en alto mientras sus propuestas de paz vayan cargadas con balas. No se entendió ayer muy bien si su comparecencia era para ofrece al alcalde ese "pacto por la cultura y el patrimonio" o para contestar a la edil de Urbanismo en su último rifirrafe. "No quiero entrar en eso, pero...", declaraba ayer Benzal segundos antes de volver a la carga con todos los temas que le viene reclamando al Ayuntamiento y por los que ha iniciado, incluso, expedientes sancionadores. No parecía el tono más adecuado para una declaración sincera de amistad y de ansias de entendimiento, pero esto es un mal común entre la clase política. De hecho, los grandes pactos entre administraciones casi nunca se fraguan así, mediante mensajes en los medios y, además, llenos de trampas. ¿Es que no funcionan los teléfonos en la Plaza del Carmen y en el Paseo del Salón? Preferimos que nos sorprendan con pactos firmados ya.

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