Uno de marzo

Es momento para pensar que aprendimos la lección, que necesitamos crecer de forma ordenada sin dejar a nadie atrás

Golpeé el recuerdo. Pero nadie abría. Solo silencio, y detrás del silencio, nada. Un año más, reivindicando esta tierra. Otro 28 de febrero que había pasado bajo celebraciones y al grito de soy andaluz, soy andaluz, soy andaluz. Otro que transita en nuestra historia, a veces con más miseria que vida. Recordé lo que Blas Infante decía hace tantos años en el Ideal Andaluz : "Este es el problema: Andalucía necesita una dirección espiritual, una orientación política, un remedio económico, un plan de cultura y una fuerza que apostole y salve". Esto es lo malo de oírle el hoy uno de marzo de 2019. La perenne actualidad de lo que sólo debía ser un recuerdo. Lo que dijo Blas Infante, aún hoy sigue vigente.

Uno de marzo. Ya todos olvidaron el día de ayer. Sólo quedarán los de siempre. Los que se apropian de las ideas, de los sentimientos, de las banderas. Los que se apropian de las personas. Como intentaron hacerlo con Blas Infante. Un día después del 28 de febrero, a más de ochenta años de su muerte, quizás sea momento propicio para entender que el ideólogo de nuestra tierra no es propiedad ni coto de nadie. Que no se esconde detrás de una bandera, si esa bandera la encaramamos con adornos que excluyen a unos o a otros según su ideología y puesta de largo.

Sí. Quizás el día siguiente al veintiocho sea momento propicio para concluir que todos nos sentimos Andalucía, aunque a veces no lo parezca. Que lo único que nos diferencia a unos de otros son las diversas formas que proponemos para verla crecer, para construirla, para empujarla, para alimentar su progreso. Ahí, hasta podremos discrepar. Seguro que lo haremos. Pero no en nuestro arraigo. No en nuestro sentimiento. Ese no se compra ni se adquiere. Es irrenunciable. Ochenta años después del 28, seguimos queriendo esta tierra que siempre nos debió unir, y no sólo usarla para ganar adeptos cada cuatro años.

Como decía Ariel Rot, todo se transforma. Superada la reivindicación autonomista porque ya la poseemos, hoy nos debe empujar la reivindicación de la igualdad, la que nos lleve a desterrar una Andalucía de dos velocidades, una pobre y una rica, una que nos consolide argumentos válidos para poder entender porqué siendo la tercera comunidad en cuanto a Producto Interior Bruto, sin embargo el reparto por andaluz del PIB nos sitúa entre los más pobres de España (dejemos a un lado Europa para no sufrir más). Una Andalucía que nos haga corregir estas diferencias. No es de recibo. Hay un sentimiento extendido que las diferencias económicas entre las provincias andaluzas se agrandan cada vez más. Quizás ahí radique la necesidad del cambio. Quizá pueda serlo.

El uno de marzo es buen momento para creer que Andalucía no es sólo el día 28. El uno de marzo debe ser un buen momento para pensar que aprendimos la lección, que no se nos podrá ir de las manos, que necesitamos crecer de forma ordenada sin dejar a nadie atrás.

Pero sobretodo, el uno de marzo es un buen día para pensar que somos tan andaluces como el veintiocho. Y que lo sea por mucho tiempo. Y que ahí seguiremos.

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