Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Más medidas: ¡esto es la guerra!

El Gobierno toma más medidas que un sastre torpe pero no se atreve a cortar el traje. No les digo ya a coserlo

El problema fundamental del Gobierno del señor Sánchez -su parte más la que doña Yolanda Díaz heredó del señor Iglesias, aquel que iba a cambiar el mundo y cervantinamente, fuese y no hubo nada- es que carece de política económica. No hay, nunca lo hubo, un programa económico coherente con objetivos e hitos de cumplimiento. No les podemos negar la comunicación constante de deseos expresados con grandilocuencia: la Agenda 2030, la Economía Circular, la Perspectiva de Género, el Robinhoodismo fiscal, el cuento diario de la señora Díaz, que a los boomers nos trae recuerdos de Un globo, dos globos, tres globos y la búsqueda de la felicidad en fascículos editados a todo color por el BOE. Pero eso es como querer ser el mejor una mañana de abril, sin saber en qué, ni diseñar el cómo, el cuándo, el dónde y hasta el porqué.

La mayoría no somos conscientes de que se actúe alguna vez con intención de obtener un desarrollo económico sostenido que nos lleve a conseguir algo tangible en un plazo razonable. Sencillamente, se anuncian medidas en un continuo ejercicio de reacción ante los acontecimientos. O al menos, si somos complacientes, no pasan de ser gestos. Bien recibidos por sus votantes y hasta por muchos ciudadanos en ocasiones -la música suena bien-, pero diluidos como un azucarillo en un café hirviendo en cuanto de mezclan con la realidad. ¿Qué fue del Ingreso Mínimo Vital, por ejemplo? La tabla de salvación de todos los que no iban a quedarse atrás, se convirtió en una quimera a causa de los restrictivos requisitos y el laberinto burocrático necesario para su concesión. Desde sus inicios, este Gobierno confunde interesadamente el mero anuncio de una medida -económica o no- y sus supuestos efectos, con la benéfica realidad posterior a esos deseados frutos que, o no se darán o, de darse, lo harían dentro de muchos meses. Es una gestión política fabuladora y populista, propia de los viejos romances de ciego. Y ese es el problema más acuciante de la España actual. Se celebra con algarabía la mera aprobación en Consejo de Ministros de un Proyecto de Ley como si la citada norma ya estuviera vigente y generando efectos salvíficos. Y no es así.

Como diría un castizo, el Gobierno toma más medidas que un sastre torpe pero no se atreve a cortar el traje. No les digo ya a coserlo. O recordando al gran Groucho Marx, la cuestión es echar más madera a la caldera hasta que el tren se quede en nada.

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