¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Esta 'merdé'

Mainat es, además de un fervoroso 'indepe', un exitoso productor televisivo en el mercado español y americano

De la incoherente discoteca familiar recordamos a Elvis (¡Suspicious Minds!), Neil Diamond, marchas militares o Los Sabandeños, cuando todavía hacían una digna recuperación del folk canario, con sus alegres polcas y tristes folías, antes de cantar algunas de las versiones más cúrsiles de la historia de la música hispanoamericana. También se nos viene a la vacilante memoria un single de carátula blanca con una divertida y apócrifa historia del bidé. Cantada en un francés macarrónico que encandiló al público del momento, esta copla de comedida escatología la firmaba un grupo catalán llamado La Trinca, entre cuyos miembros se encontraba Josep Maria Mainat, quien ha vuelto a la actualidad mediática gracias a un culebrón noir con todos los elementos para un buen telefilme de dos rombos: supuesto intento de asesinato, una herencia millonaria, una esposa perversa de nombre eslavo, putos/as (ahora les llaman escorts), pseudociencia… Un dilatado y hermoso barrizal.

Mainat, como se ha vuelto a poner de relieve estos días, es un fervoroso y faltón defensor de la causa independentista catalana a la par que un exitoso productor televisivo que ha ganado una fortuna gracias al mercado español y americano. Es decir, que al mismo tiempo que entonaba el famoso España nos roba llenaba sus alforjas de bitllets gracias a programas como No te rías, que es peor, ¡Mira quién baila!, La parodia nacional, Crónicas marcianas u Operación Triunfo. Esto nos lleva a dos conclusiones: que es un genio de la televisión comercial y que es un caradura que ha sabido ordeñar bien la vaca hispana al mismo tiempo que la insultaba por glotona y extractiva. Es decir, un clásico representante del empresariado catalanista que, desde los inmemoriales tiempos de los primeros Borbones y el redescubrimiento del imperio americano, ha sabido mantener un lucrativo equilibrio entre el chantaje emocional a la Corona-Estado y los pingües beneficios de un mercado que se le ha ofrecido como coto privado de caza.

El estribillo de aquella canción de La Trinca sobre el bidé, cuyos orígenes ubicaba en la Revolución Francesa, rezaba en el ya mencionado francés de coña: "¿Quesquesé se merdé? Preguntaba la nobleza (algo así como "¿Qué es esta mierda?..."). Es la misma pregunta que muchos españoles nos hacemos cuando, más allá de la legitimidad de cualquier postura política, somos insultados al mismo tiempo que ordeñados por los listillos estelados: ¿qué es esta merdé, señor Mainat? Y le deseamos, sin pizca de ironía alguna, una completa recuperación y felicidad futura.

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