Abril, con todos sus vaivenes y haciendo gala por momentos a sus aguas mil, avanza a velocidad de crucero y el mes de mayo ya asoma sus intenciones a la vuelta de cualquier esquina. Como, en esta calle de Granada, donde el viandante se topó con los colores propios de una floristería. Mayo, ese mes del que dicen que hasta su cuadragésimo día no hay que quitarse el sayo, es el de las flores por excelencia. Ya queda poco.
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