Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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¿Cuándo nos fuimos a la mierda?

Es propio de la vejez meterse con el tiempo presente y pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor

Cualquier tiempo pasado no tuvo por qué ser mejor que el presente. Ni el presente debe ignorar lo sucedido en el pasado. Padecemos un adanismo un poco exacerbado que nos lleva a querer inventarnos el mundo como si acabara de surgir de la nada. Pero si desoímos las voces del pasado, nos veremos obligados a inventar de nuevo el fuego, la rueda y la noria. Y recomenzar donde lo dejó el buen Dios alfarero, tras la extracción quirúrgica de Eva del pecho de Adán, en el parto patriarcal con el que nace la especie. Enmendarles la plana a los mayores es muy agradable; y descansado, aparcarlos en una residencia, a verla venir, mientras cantan arrobados: "A quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga". Porque no están seguros ni de resistir ni de sobrevivir, después de lo visto. Recomenzar es una tentación, o más bien, una exigencia, de la juventud, y sostener que cualquier tiempo pasado fue mejor suele ser cosa de viejos. En El Cortesano (1528), el escritor renacentista Castiglione se muestra convencido de ello cuando afirma que casi todos los viejos "alaban los tiempos pasados y reprehenden los presentes, vituperando nuestros hechos y costumbres y todo lo que ellos en su mocedad no hacían". En la novela Conversaciones en la catedral, de Vargas Llosa, uno de los personajes -convencido de que su país había ido de más a menos- se preguntaba: "en qué momento se ha jodido el Perú". El protagonista del film Alice et le maire (2019), alcalde socialista de Lyon, también siente que el tiempo pasado fue mejor. Como en muchas películas francesas, los personajes no dejan de hablar, como si las imágenes fueran solo una excusa para el parloteo. El personaje prepara su discurso para el congreso de su partido, del que espera salir elegido candidato a la presidencia de la Republica. Y, parafraseando a Vargas llosa, también se pregunta, después de hacer un diagnostico inmisericorde de los jóvenes hijos de la República, los que están tomando ahora las riendas de la nación, abducidos por los bancos: "¿Pero cuándo Francia se fue a la mierda?". Mi amigo Pánfilo se lamentaba de algo parecido en Facebook: "Qué hemos hecho mal con esta generación que ahora, o está en el poder o lo pretende, para que nos hayan salido tan cafres". "Te estás volviendo viejo, amigo", le comenté

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