Perdiendo el norte

De la misma Iglesia

Se puede decora el primer banco de un templo con una bandera que es contraria a nuestro sistema de libertades

Si me casara (con una chica) no podría organizar una ceremonia en Granada cantada por un coro rociero en la iglesia; pero si puedo encargar una misa por el alma de un dictador y celebrarla en público. Si me casara (con un chico), no podría pedir una simple bendición en mi parroquia; pero sí puedo llevar a mis perros o incluso a mi cerdito-mascota para que lo bendiga el cura el 17 de enero.

Me encantaría organizar un concierto de la OCG en mi parroquia, pero no puedo si no interpretan solo piezas religiosas. Y tampoco puedo llevar a mi ceremonia especial una bandera, por ejemplo, con seis de los siete colores del arcoiris. Eso sí: sí puedo interrumpir la consagración -el momento más sagrado para un cristiano- con la interpretación del himno de España; y también puedo decorar el primer banco del templo con una bandera con pajarracos que no solo es contraria a nuestro sistema de libertades, sino que representa un régimen bajo el que se asesinó, se persiguió, se encarceló y se torturó impunemente a miles de personas. Algo que, creo, que muy cristiano no es.

Querido Pablo Casado: ¡fuiste un privilegiado! Pudiste asistir a una misa hace justo una semana en Granada donde se permitieron algunas cosas que a mí, como cristiano, me repelen. Y no las rechazo ya ni siquiera por ideología política. Es por algo más básico como persona. Esa ideología que te encontraste en la iglesia del Sagrario 'por casualidad' es contraria a algunos preceptos cristianos que creo que tu y yo compartimos: 'no matarás', 'amarás al prójimo como a tí mismo', 'Dios es amor'...

Mientras escribo esto me llegan a mi pensamiento, y a mi corazón, otros pasajes bíblicos que yo como cristiano no cumplo. Mientras veo que quizás tengo porqué callar, observo que lo relatado en los dos primeros párrafos es dolorosamente cierto. Mientras veo la paja en el ojo ajeno, quizás no vea la viga en el mío. Pero también es cierto que mi exigencia pública de ejemplaridad no es equiparable a la de quien, por ejemplo, presume de cristiano pero a la vez impide, por acción y por omisión, que miles de familias cumplan con una de las Obras de Misericordia (obligatorias, según la Santa Madre Iglesia): enterrar a los muertos.

Prometo hacer examen de conciencia, confesar mis pecados y hacer propósito de enmienda en lo mucho que debo corregir de mi vida y de mi día a día. ¿Lo harás tú también, querido hermano en Cristo, por lo menos en todo aquello que atañe a tu dimensión de acción pública?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios