La moción de censura

La moción es oportuna porque España se encuentra sumida en una crisis sin precedentes

No comprendo tantos remilgos ante la moción de censura que en estos días se produce en el Congreso por iniciativa de Vox, un grupo con 52 diputados y una presencia que en muchas partes de España está por encima del 20% del electorado, y creciendo. Digo esta obviedad porque algunos siguen discutiéndole legitimidad para ello -en realidad para todo- como si aún fuera el partido meramente testimonial que se permitían ningunear a placer. Conviene que despierten de ese sueño y se hagan cargo de la realidad, aunque para ellos parezca pesadilla. Asentada, pues, la indudable legitimidad de Vox para proponer una moción de censura al Gobierno más calamitoso que recordamos los españoles y ante una situación de extrema gravedad, podemos hablar de su conveniencia.

Se dice que la moción de censura es inútil porque no puede prosperar, pero se olvida que de las cuatro anteriores, de 1980 a 2018, sólo triunfó la última, la de Sánchez contra Rajoy, una conspiración en toda regla antes que un debate parlamentario. El objetivo de una moción de censura no tiene por qué ser tumbar a un Gobierno, más bien denunciar una situación insostenible y proponer una alternativa. Al Congreso, sí, pero aún más a un pueblo azotado y necesitado de esperanza. Ninguna de las mociones anteriores -1980, 1987, 2017 y 2018- se planteó en circunstancias tan dramáticas, tan necesitadas de un justificadísimo cambio de timón.

España se encuentra sumida, a causa de la pésima gestión gubernamental, en una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes que el propio Gobierno y sus apoyos procuran convertir en institucional para generar un cambio no respaldado por las urnas que aboque, de hecho, a un nuevo régimen. Se dirá que esto es una opinión y, en efecto, lo es y para eso estamos, para opinar. Eso mismo opinan también millones de españoles que, como siempre, se encuentran desasistidos por el partido que pretende el monopolio de la derecha y del centro pero sigue sin atreverse a llamar a las cosas por su nombre y actuar congruentemente. Vox sí lo hace y lo increíble es que este PP de siempre interprete la acción de Abascal, que estuvo abierta a un candidato popular, como un desafío y no como la oportunidad para mostrar la consistencia de la alternativa que juntos deberían proponer al pueblo español en esta hora oscura. Esa moción, aun igualmente derrotada, hubiera podido tener grandes consecuencias dentro y fuera de España.

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