Paso de cebra

José Carlos Rosales

Un modelo de ciudad

HACE poco escuché en la radio que alguien reprochaba al gobierno municipal de Granada la carencia de un modelo de cuidad. No sé si esta supuesta carencia del Partido Popular podría ser calificada de falta grave, motivo de desconfianza o de recelo. Y no lo sé porque no estoy convencido de que los partidos políticos deban pasearse por el mundo (aunque no lo parezca, las calles de Granada son una parte del mundo) con una larga serie de modelos bajo el brazo: aquí el modelo de ciudad, aquí el modelo de transporte público, aquí el modelo de sanidad.

Supongo que muchos ciudadanos tendrán en su cabeza un modelo de política cultural o de ordenación urbana, sobre todo en lo referido a su barrio. Y supongo que los partidos políticos (incluidos los concejales) lo que tendrían que hacer es escuchar a la gente, detectar las carencias, moverse con humildad y gastar sus esfuerzos en mejorar la vida de los peatones de la historia, esos que cada día acuden a su oficio (o a las colas del INEM) y con su dinero pagan (como diría Machado) el traje que los cubre y la mansión que habitan. Sea como fuere, creo que no es cierto que el gobierno municipal del PP no tenga un modelo de ciudad. Para conocerlo bastaría repasar sus declaraciones y medidas; porque, si hay un modelo claro de ciudad, éste es el que promueven diariamente los concejales de Torres Hurtado.

Y este modelo de ciudad es fácil de resumir, consiste en subir los impuestos (el IBI, por ejemplo), no pagar a proveedores (a Transportes Rober se le deben 22 millones de euros), privatizar espacios públicos (un restaurante en pleno paseo del Violón), gastarse el dinero de todos en una televisión (TG7) innecesaria y partidista, no colaborar lealmente con otras administraciones en la mejora de nuestra ciudad (Ave, Metro, Fitur…), torpedear iniciativas que nacieron de la concertación y el acuerdo (Parque de las Ciencias, Parque Tecnológico de la Salud…), confundir intereses privados con intereses públicos y usar información privilegiada en beneficio propio (tribunas de Semana Santa en la calle Ganivet), anteponer los intereses electorales partidistas a los intereses generales y dejar que se pudran las ilusiones de la gente, inundar la ciudad de esculturas penosas (en avenida de la Constitución o en Cervantes), inaugurar bibliotecas y no abrirlas (Biblioteca del Zaidín), establecer rivalidades entre creencias religiosas y espacios laicos (Fray Leopoldo frente al Parque de las Ciencias), desentenderse del patrimonio histórico, obstaculizar la integración de las distintas memorias que alberga una ciudad o hacer de su capa un sayo. Así es el modelo de ciudad del PP.

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