Las dos orillas

josé Joaquín / león

El momento de Ciudadanos

Afalta de menos de dos meses para las elecciones, parece que el ganador se decidirá entre tres, y que nadie podrá gobernar sin un pacto de dos. Estamos en el gran momento de Ciudadanos, que ha utilizado como trampolín sus resultados en Cataluña. Allí, con Inés Arrimadas, consiguió ni la mitad de lo que tuvo el PSOE en otros tiempos, cuando el PSC de Maragall ganaba a CiU. Y el resultado de Ciudadanos fue semejante a lo que tenía el PP, antes de que Sánchez Camacho y compañía lo convirtieran en un partido casi al nivel de la CUP en número de votos. Pero, ante el desafío soberanista catalán (y ante la evidencia de que un 40% de los votantes catalanes del PP, y más del 15% de los del PSOE ya se han pasado a Ciudadanos), el partido de Albert Rivera se ha puesto de moda. Y eso es un plus a su favor, cuando están cerca las elecciones.

Una encuesta de Metroscopia, publicada por El País, sitúa a Ciudadanos como segundo partido en número de votos (aunque no de escaños), por delante del PSOE y no muy lejos del PP. Eso se interpreta en el sentido de que Albert Rivera estaría en condiciones de ser presidente del Gobierno, si se incrementa la tendencia. Le beneficia que Rajoy y Sánchez no provocan entusiasmo entre los votantes del PP y del PSOE. Y le perjudica las dudas de algunos electores, que temen el factor aventura de Ciudadanos, ya que todavía no ha gobernado, ni en España, ni en ninguna comunidad autónoma o Ayuntamiento importante. Por lo que está sin testar. Es un cambio (y como tal se puede ofertar), pero hacia lo desconocido. Eso puede retraer a una parte de los electores.

No obstante, Albert Rivera ha sabido manejar muy bien las indefiniciones hasta ahora. Su ambigüedad y ambivalencia le ha permitido pactar en Andalucía con el PSOE y en Madrid con el PP, al igual que ha ocurrido en algunos ayuntamientos. Lejos de decepcionar a los electores, eso ha servido para situarlo como un partido de centro, y a él como un nuevo Adolfo Suárez, atractivo para sectores moderados del PP, e incluso para los más céntricos del PSOE, que temen una vuelta al zapaterismo. Ciudadanos ha conseguido lo que no pudo UPyD, por los enfrentamientos de Rosa Díez y los suyos: abrir un espacio entre PP y PSOE.

El problema de Ciudadanos, a medio plazo, es que los partidos de centro funcionan como un acordeón: se abren y se cierran. Pero ahora está en su gran momento, como una nueva UCD, en una nueva transición hacia no se sabe dónde.

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