La ciudad y los días

Carlos Colón

En un mundo nuevo y feliz

CUANDO los aficionados vascos y catalanes pitaron y abuchearon a los Reyes y al Himno Nacional un comentarista de TV3, la televisión pública catalana, dijo: "Hay tanto ambiente que no hemos podido escuchar el himno". Es una forma optimista de describir lo que pasaba; porque ambiente, lo que se dice ambiente, desde luego que había: futbolístico, naturalmente, pero también anticonstitucional y antiespañol. Como en este país nuestro la militancia anticonstitucional sólo está mal vista cuando es de extrema derecha, pero no cuando es de extrema izquierda o nacionalista, que en la final de la Copa del Rey se abuchee y se pite la aparición del Rey o la interpretación del Himno Nacional es una nadería, un incidente sin importancia: la euforia de ese "ambiente" que, según el comentarista de TV3, impidió que se escuchara el himno.

TVE, la televisión pública nacional, prefirió otra forma aún más radical de optimismo estrutioniforme, es decir, de avestruz: no emitirlo, hacerlo invisible, censurarlo. Como afortunadamente estamos en una sociedad libre, el escándalo durante el desarrollo del primer tiempo debió adquirir tales proporciones que TVE se vio obligada a disculparse y emitirlo antes del inicio del segundo tiempo. Eso sí: echando la culpa a un "error humano", poniendo a todo volumen el himno y en segundo plano sonoro los silbidos, y destituyendo al día siguiente a su director de Deportes.

Estoy convencido de que Zapatero no ordenó personalmente que se censuraran las imágenes en el previsible caso de que se produjera la pitada que los nacionalistas venían anunciando desde hacía días. Pero como lo propio de los servidores del poder -lo que les hace ser nombrados, perdurar y ascender- es su capacidad para anticiparse a los deseos de sus señores; y dado que nadie pone en duda seriamente que las televisiones públicas, sea cual sea el color político de sus señores, son servidoras del poder, puede manejarse como hipótesis plausible que, en un exceso de obsequiosidad, alguien decidió que la mejor forma de solucionar el problema de que los Reyes y el himno sean pitados y abucheados era censurar ese momento no emitiéndolo.

No parece disparatado suponer que esta decisión, aun no siendo directamente ordenada por él, interpretaba con exceso de servilismo el optimismo estrutioniforme o de avestruz que caracteriza a este presidente del Gobierno que parece desfilar al son de En un mundo nuevo de Karina: "Al fin del camino en ti llevarás la fe y la ilusión de vivir. Tus sueños de siempre se harán realidad en un mundo nuevo y feliz". ¿Y si no es nuevo ni feliz? Pues no se emite.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios