No queremos entrar en debates con nutricionistas expertos ni salirnos del tiesto. Pero desde aquí decimos no, no y definitivamente no a un mundo sin pan. No a un mundo en el que una mesa no esté bien puesta sin su barra de pan para acabar rebañando el plato. No a un mundo sin hogazas, rocas, salaíllas, bollos, cuñas, cruasanes y todo lo bien hecho de una forma artesanal. Claro está, todo en su justa medida, sin pasarse y compensando. Pero que no nos quiten el pan. Si no que se lo digan a los y las que hacen cola en la Plaza de Mariana Pineda. Larga vida al pan y a los hornos de Alfacar.

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