El termómetro

Enrique Novi

El 'narcocofrade'

CREO haber dejado clara en anteriores ocasiones mi visceral aversión hacia la Semana Santa, hacia las manifestaciones de fervor colectivo que conlleva, a la aglomeración permanente, al olor a incienso, al pan de oro y demás ornamentos que indefectiblemente colman el palio de cada imagen. Como no me quiero enfadar, obviaré esa estética kitsch y recargada que tanto les pone a los nazarenos y que tan agresiva me resulta, obviaré también las molestias que nos ocasiona a los que no comulgamos con tan ancestral celebración. Incluso las declaraciones del concejal de turno pidiendo a la ciudadanía que respete la procesión de cada paso, eso también lo obviaré. Pero hay algo que no puedo pasar por alto porque me subleva. Es ese dogma católico del que parte todo el circo que se monta estos días. Me refiero al martirio como vía de redención. Consentir en el propio sufrimiento como una manera de alcanzar la salvación es una perversión y perpetuar el culto a una tradición tan irracional me resulta sencillamente aberrante. Desde luego no es el tipo de valor que yo inculcaría a mi hijo y me produce escalofríos imaginar una educación basada en un concepto tan malsano.

Y a pesar de todo, hay cosas peores. Al fin y al cabo todo esto del tormento y el suplicio entra dentro de las creencias personales. No ocurre lo mismo con los indultos a los reos. En un estado aconfesional y de derecho, nada debería inmiscuirse en los asuntos penales; nada más que la propia ley, claro, y no una cofradía. Pero como la realidad es caprichosa, un juzgado de guardia ha decretado prisión por un delito de narcotráfico para el reo que iba a ser indultado por la Hermandad de la Soledad. Esta cofradía no proponía un indulto desde 1928 y pretendía recuperar la centenaria tradición por la cual rescataba el alma perdida de un recluso arrepentido y "normalizado", en expresión del hermano mayor. Según las noticias, el pájaro, que disfrutaba del tercer grado, ha aprovechado el permiso para volver a delinquir, a resultas de lo cual tendrá que volver a prisión antes de que se efectúe el indulto, previsto para hoy. El protocolo precisa que el reo es entregado en un punto del itinerario y acompañado hasta la catedral, donde una vez firmada su liberación, el susodicho atraviesa la Puerta del Perdón para incorporarse al cortejo penitencial de forma anónima. A lo mejor pensaba aprovechar ese anonimato para menudear entre los cofrades. Un buen guionista sacaría provecho de un personaje así. La serie podría llamarse El narcocofrade.

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