VACACIONES SOLIDARIAS

Irene M. Arenas

Más para los que menos necesitan

En Madagascar María López del Amo Gorgojo. Estudia magisterio bilingüe de inglés y este año pasa a tercer curso. Tiene 19 años. Esta joven granadina ha aprovechado el verano para hacer un voluntariado con la Fundación Agua de Coco en Madagascar

CARRERA solidaria es la que tiene María López, estudiante de magisterio bilingüe. A sus 19 años ya tiene un amplio historial de voluntariados a sus espaldas. A los 13 años comenzó a colaborar en la Fundación Agua de Coco, la cual conoció a través de sus padres, y de la que dice pasó a ser "una parte esencial" de su vida. Desde sus inicios su sueño era hacer un voluntariado en Madagascar, sueño que ha visto cumplido este año, en el que ha formado grupo con otros voluntarios de España y Francia.

En este proyecto ha trabajado con niños de diferentes edades en colegios, centros sociales, bibliotecas, impartiendo clases,... Porque María tiene clara vocación de voluntaria y siempre quiso hacer un proyecto fuera de España ya que es consciente de que con sus ganas y energía puede aportar más en países que realmente lo necesiten como es el caso de Madagascar, uno de los más pobres del mundo. Para esta joven estudiante la experiencia le ha servido para "abrir los ojos a un nuevo mundo que antes sabía que existía pero que no imaginaba del todo como era". Esto le ha reforzado sus ganas de seguir formando parte de Agua de Coco y de otras fundaciones para, como ella misma dice, seguir mejorando "poquito a poquito este mundo que estamos creando" en el que queda mucho trabajo por hacer. En Madagascar, por ejemplo, el principal problema que detectó es la "falta de cariño" que tienen los niños, que establecen una relación muy afectuosa con los voluntarios, de los que se enganchan de la mano desde el primer día.

El contraste entre Madagascar y España es muy grande y no somos conscientes de lo que pasa en esa pequeña isla, más famosa por alguna película que por sus problemas reales. Como ella misma dice, "mientras aquí [por España] cuando repetimos comida nos quejamos, allí todos los días comen arroz o maíz". Cosas tan básicas de las que disfrutamos como una habitación o una cama allí es impensable. Las personas se confinan de diez en diez en las habitaciones con un colchón y si tienen suerte, una bombilla.

María se ha dado cuenta de que las personas no tienen ningún afán de mejora ya que mientras que en otros países existen diferentes posibilidades de cara al futuro, allí "sólo existe una y es la supervivencia", aunque recalca que ellos son felices con lo que tienen, ya que no tienen esa necesidad propia del primer mundo de tener tantos lujos.

Una de las experiencias que nunca olvidará es el día que realizaron una actividad de animación con los críos, tras ver que los niños de no más de 7 años tenían que acarrear garrafas de agua para disfrutar de agua potable. Los voluntarios se implicaron en la tarea y en compensación recibieron un plato de arroz con verdura, un grandísimo detalle teniendo en cuenta que allí no es que abunde la comida, precisamente. Para María, ese fue "el mejor regalo de su vida". Esta ha sido una de las cosas que le ha hecho plantearse su vida aquí y lo que realmente quiere conseguir después de ver el esfuerzo tan grande que requiere para ellos el hecho de beber, que para nosotros es simplemente abrir el grifo.

Esta experiencia ha sido muy fructífera para esta joven voluntaria enseñándole algunas de las miserias del mundo y los puntos de vista de aquellos que tenemos olvidados y que son mayoría en nuestro mundo, por desgracia. Pero para ella ha sido poco "en comparación con todo lo que me queda por aprender" del mundo, según sus palabras. Esta energía e ímpetu que tiene la impulsan a querer repetir con nuevos proyectos, en los que tiene claro que tiene que estar relacionado con los niños y la educación ya que para esta estudiante de magisterio "todo comienza por ahí".

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