Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Un negocio inmortal

¿Si Emucesa agonizaba siendo pública, cómo aparece tan saneada cuando hay beneficio privado?

Hace millones de años la muerte declaró unilateralmente la guerra mundial y decretó el exterminio a la matachillando de todo bicho moviente, pero yo fui inmortal durante décadas. De niño, mi relación con el más allá tenía lugar una vez al mes, cuando los comerciales de Santa Lucía tocaban el timbre de casa y me limitaba a gritar "¡Mamá, están aquí los muertos!". En la primera juventud reflexionaba de cuando en cuando en torno a frases como la que mantiene que "el hombre es un ser para la muerte". O a lamentar que no le oiría nuevas canciones a Lennon el día en que Chapman lo tiroteó en Nueva York. Ocurrió mientras aún vivían muchísimos de los seres queridos que ya habitaban la Tierra la tarde de domingo en que me presenté aquí llorando; antes de que el sida, la heroína, el cáncer, la desgana o la edad pastorearan a tantos hacia el sepulcro; antes, incluso, de que la Iglesia declarara que la maldición de los condenados consiste en pasar la eternidad sin contemplar el rostro de Dios.

Mis especialidades de entonces consistían en cigarrear, leer a deshoras, correr por la vega de Motril o el Estadio de la Juventud tras las elegantes zancadas de mi amigo Luis Vázquez, olvidar las llaves y quedarme durante noches encerrado fuera de casa. Apenas prestaba atención en aquel tiempo al hecho de que la consagración del otoño y la llegada del frío suelen coincidir con los días de Todos los Santos y Difuntos. Ni me hacía las preguntas profundas que trajo la edad madura: ¿Tendría que comprar unas gafas suplentes para buscar a las titulares cuando las pierdo? ¿Por qué cuando me siento con el móvil en el bolsillo trasero llamo con el culo a la mitad de los contactos? ¿La próstata se pega? ¿Vendrá otra crisis y la aprovecharán para reducir aún más las pensiones futuras? ¿Por qué, aunque el tiempo los haya reducido a huesos, nombres, fotografías y recuerdos, hay muertos tan vivos… y vivos tan muertos? Y las incontestables: ¿Cómo es posible que morir cueste más desde que el PP vendió el 49% de Emucesa? ¿Si agonizaba siendo pública, cómo aparece tan saneada cuando hay beneficio privado? ¿Tendrá relación con la contratación de gente ligada al partido que jamás pisó la sede? ¿O con la denuncia, publicada ayer en Granada Hoy, según la cual en las facturas aparecen "cargos fantasma" como la gestión funeraria o el pago del personal de apoyo? ¿Es el negocio el más feroz de los supervivientes?

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