IU ha hecho gala de democracia interna al cubo en Extremadura desterrando esos viejos asentimientos a la búlgara tan inveterados antaño por esos pagos y tan vigentes ahora por otros lares, ¿verdad, don PSOE?, ¿verdad, don PP? Nada de dictados del aparato, nada de poses de cara a la galería, ha sido todo tan impecable que ahora sólo queda morir de éxito, ¿verdad, don Cayo? Todo empezó el 22 de mayo, cuando el PP rozaba la mayoría absoluta a la par que el PSOE se despeñaba. El uno ganó más de 50.000 votos respecto a las autonómicas de 2007 y el otro perdió más de 60.000. Monumental fiasco, pero la sensación generalizada entre los unos era de frustración y de puro alivio entre los otros, que el bipartidismo también encalló y en el Parlamento de Mérida iban a aterrizar tres diputados de IU, suficientes para dar al traste con la mayoría de Monago. ¿A quién le cabía en la cabeza que ese señor del PP, el más votado, acabara siendo presidente si ahí estaba el paracaídas de IU para amortiguar la caída libre del PSOE?  Cosas de la desinformación, que luego nos hemos ido enterando -extramuros Extremadura- de proverbiales ninguneos, prepotencias, caciquismo, privatizaciones y chanchullos varios con la derecha que han acabado convirtiéndose en fábricas de rencor y revancha. "No somos el criado que viene a suplir los errores del niño mimado", resume gráfico Pedro Escobar, el atribulado líder de IU en la comunidad, uno de los camaradas que hicieron de tripas corazón y apostaban por plegarse a  la enfurecida dirección federal. Pero la mayoría dijo nones. Y Cayo Lara seguro que entiende sus razones pero nunca les dará la razón. Porque este atracón de democracia puede ser mortal. Y para colmo, el nene venga a llorar y patalear, que viene el coco...

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