Érase una vez
Agustín Martínez
La Navidad de Granada no es para los pobres
Aun no sé si está cambiando el clima, lo que sí está cambiando es el carácter de las personas. Estamos como más indignados por todo. Más agrios que nunca. No me imagino a la gente abucheando al rey Alfonso XIII cuando vino a visitar los destrozos que había provocado el terremoto de Alhama de Granada, que mató a más de 1.000 personas en la comarca. Ni me imagino a los damnificados de entonces agredir al gobernante de turno cuando vino a ver las devastadoras consecuencias de la riada de La Rábita, donde murieron casi un centenar de personas. A mí personalmente no me entra en la cabeza que haya tenido alguien la culpa de lo que ha pasado en Valencia. Si acaso un poco aquellos que todavía no tienen en cuenta lo que la naturaleza puede provocar cuando no se deja que ésta siga su curso. En el caso de las riadas por una DANA o gota fría, se sabe que el agua discurre con furia los lugares por los que acostumbra a ir. Sin embargo nos empeñamos en cegar cauces o construir en sitios por donde el líquido elemento tiene su servidumbre de paso. Así que lo primero que tenemos que aprender es que es inútil desafiar a la naturaleza porque siempre salimos perdiendo. La segunda lección que debemos aprender es que los coches se convierten en trampas mortales cuando pasa una cosa de estas. Por eso una de las consignas a tener en cuenta es evitar meterse en un coche. En mis primeros años de periodista vi a un hombre que se metió en un todoterreno en un intento de salvar el vehículo que se lo llevaba una riada. Murió ahogado. Por lo visto, en esta ocasión los científicos habían advertido de la gravedad de lo que se acercaba, pero si no aprendemos de anteriores ocasiones de nada nos sirven las alertas. Ahora los políticos se han enzarzados en una pelea con la que quieren ocultar su incapacidad para gestionar estas situaciones. No es la primera vez ni será la última. Pero creo que los debates estériles están gastando muchas energías. Nos debilita pensar que esto se pudiera haber evitado. Pero no es así. Menos mal que la solidaridad casi nunca falla y España entera se ha movilizado para dejar claro aún no somos insensibles ante las tragedias. Como decía ayer mismo una colega, la cura no está en el discurso ideológico sino en la práctica de los esfuerzos por ayudar a los vecinos. En estos días todos somos valencianos.
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