La columna

Juan Cañavate

El nombre de Dios en vano

HABRÁ sido por hacer uso del nombre de Dios en vano o el de Google, que ya he escrito que viene a ser lo mismo, que llegó el viernes y la CPU de mi ordenador hizo plof o cataplof y se quedó el cacharro tieso como un periquito que compré una vez donde Encarnita en la Plaza Larga y lo dejé al relente en enero.

El de la tienda de informática, que no sé como anda de teología pero de cacharros sabe un rato, me ha dicho que se le ha ido la fuente de alimentación y como yo soy muy creyente de lo mío, me he quedado que si me pinchan no sangro con eso de que a mi CPU se le estropee esa cosa, que no se si Zapatero y el cierre de Garoña tendrán que ver con que a Dios o a mi CPU le peguen subidones de tensión y se le vayan los megagigas por el sumidero de la memoria perdida..

Total que viernes, sábado y domingo sin internet y sin enterarme de lo que pasa en el mundo y cuando llega el lunes, descubro que todo se ha dado la vuelta, que es lo que suele ocurrir cuando a Dios le fallan las pilas.

Resulta que doña Rosa Aguilar, que ya no es lo que era, se ha venido a pasar un día con el alcalde y, tras un par de requiebros y galanteos de esos que usan los que acostumbran a decidir con la sonrisa puesta, va y le dice, doña Rosa a don José, que se lo va a pensar, lo de meter el metro por debajo claro, y que el día trece le dará la respuesta. Qué emoción.

Y yo, a todo esto, sin terabytes y sin google earth y sin saber cómo le va a quedar el apaño al famoso cruce o, mejor cómo va a quedar el cruce y lo que no es cruce, después de enterarme del tirón, de los tiempos y cambios que se avecinan: anillo cerrado, serrallo construido, vega invadida, …Dios.

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