Bienvenidos a la nueva anormalidad. La pregunta es si lo que viene es la nueva anormalidad, que era esa época de antes donde el buenismo campaba a sus anchas en una sociedad pacata en la que ya antes, menos ahora, no se podía hablar de nada sin molestar a nadie. ¿Qué era entonces lo del hombre de Orce? Por lo que se ve, hemos vivido miles y miles de años sin ser normales y ha hecho falta que un bicho nos traiga la novísima normalidad. Lo que realmente hace falta es menos pantalla y más mirar a los ojos del de enfrente. Por ejemplo, en esa nueva anormalidad para molestar un poco y meter un dedo en la llaga hay que decir que por ejemplo las series son tramposas -el súmmum de una sociedad que se ha quedado vacía de debate y de historias- y que la calidad artística del capítulo de Lorca, que tanto alaba la generación Netflix-HBO-Amazon de las redes sociales y tal, es un poco floja. Otra tema, lo del lenguaje inclusivo, hay instituciones que dicen que hay jefes, directores generales y empleados y empleadas. Cosas de estos tiempos inclusivos en los que en las balances sólo hay muertos y no muertas. Y sólo hay tontos, sin rastro del femenino.

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