La nueva 'pinza'

El PSOE-A debería dejar de mirarse las heridas del 2-D y no pensar día y noche en Vox, o acabarán siendo pareja de baile

Psoe y Vox se complementan. Una anécdota de esta semana retrata la situación. Se descubre que la consejera de Políticas Sociales y Conciliación escribió hace cinco años un artículo poco conciliador sobre la Semana Santa. Criticaba la hipocresía de algunos cofrades, hacía gala de descreída y alérgica al incienso... Y se le fue la mano: el texto parece más propio de un alumno que de la directora de un instituto. En segundo lugar, Vox acude al lugar del crimen e intenta montar un escandalito: exige el cese de la pecadora.

Tercer acto: la interesada pide disculpas, el presidente de la Junta da por cerrado el incidente, dispuesto a no hacer un drama. Y en el desenlace aparece el PSOE. Una dirigente regional dice que esta polémica "demuestra que quien manda es Vox". En resumen, Vox pide la lapidación parlamentaria de la consejera y el presidente no les hace ni caso. Pero para el PSOE andaluz quien manda es Vox. Forman una buena pinza.

Han pedido las huestes de Susana Díaz un cordón sanitario contra Vox. Pero para exigir medidas éticas hay que estar dispuesto a cierto altruismo. Los socialistas podrían haber evitado la influencia de los ultras absteniéndose en la investidura de Moreno; reclamar el cordón para seguir en el gobierno suena oportunista. Aducen que esta es una medida que se aplica en toda Europa, aunque los cordones sanitarios son una excepción. En Alemania no hacen falta. En Francia se suele aplicar el pacto republicano, pero no siempre: el socialista Mitterrand cambió la ley electoral a proporcional en 1986, para intentar impedir el triunfo de Chirac en las legislativas y facilitó la entrada de 35 diputados de Le Pen en la Asamblea Nacional. En Suecia se acaba de cerrar un pacto contra los xenófobos Demócratas Suecos, pero los ultranacionalistas están en los gobiernos de Finlandia y Noruega. Y en Dinamarca y Letonia apoyan desde fuera a gabinetes liberales o conservadores.

En el este, encabezan los gobiernos en Polonia y Hungría, en Eslovaquia los socialdemócratas rompieron el cordón en 2006, y el presidente checo equipara a los musulmanes con nazis antisemitas. Si vamos al centro o el sur, están en los gobiernos de Austria e Italia, acaban de salir del de Grecia y apoyaron desde fuera a gobiernos liberales en Holanda o Bélgica. Y, como guinda, han arrastrado en el Reino Unido al Partido Conservador a la pesadilla del Brexit.

El PSOE andaluz debería dejar de mirarse tanto las heridas del 2-D. Si sigue pensando en Vox día y noche, acabarán haciendo una buena pareja de baile. Una nueva pinza, involuntaria y ruinosa.

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