LLEGÓ por fin la gran oportunidad para el CB Granada. Muchos esperan toda una vida para que se les presente una ocasión así: hacer historia. El ritmo in crescendo del club, lento, seguro, a veces precavido en exceso en sus objetivos y ambiciones, repetitivo, casi obsesivo en lo de la permanencia, recuerda al Bolero de Maurice Ravel. Cuentan que cuando se estrenó en la Ópera de París, hace 80 años, un espectador alarmado se levantó de su asiento y exclamó: "¡Este hombre está loco!". Lo mismo que algunos decían no hace mucho de los ilusos que soñábamos con que la entidad pudiera aspirar a algo más que el consabido 'no descender', y solicitábamos más ambición y empeño en un proyecto que veíamos difícil, pero posible.

Las únicas 'finales' que el CB Granada ha disputado en ACB a lo largo de su historia han sido para seguir en esta prestigiosa competición, puesta en riesgo en aquella épica eliminatoria ante el Ciudad de Huelva, o en otros partidos años más adelante en los que una derrota abocaba al equipo al descenso.

La historia ha cambiado. Ha llegado una 'final' diferente. Será el sábado, en el Palacio de Deportes, frente a un grande del baloncesto español, el DKV Joventut. Y si el CB Granada derrota al equipo de Aíto, sólo una espectacular paliza del Akasvayu al Grupo Capitol privaría a los de Valdeolmillos de conseguir el mayor éxito, jamás alcanzado del club: jugar la Copa del Rey.

El CB Granada es un equipo sólido en casa, donde sólo ha cedido ante el Barcelona en esta campaña. Y el DKV suma cuatro derrotas en sus últimos cinco compromisos, lo que demuestra que no atraviesa su mejor momento. No es una tarea imposible ganar. Hay que creérselo. Se puede. Está al alcance de la mano. Ahí está Vitoria, la sede de la edición de 2008. Acudir allí en febrero no sólo será un paso adelante más, un logro histórico, sino que aportará un prestigio añadido al club y, lo más importante, una enorme alegría a su fiel afición, que seguro no fallará el sábado y abarrotará el Palacio. Merecerá la pena.