Las dos orillas

José Joaquín León

El odio de Moscú

RUSIA odia a España desde hace tiempo. Esto ya se decía en la época de Franco, que presentaba al comunismo soviético como origen de todos los males del mundo. El Maligno estaba encarnado en este planeta por Stalin y demás camaradas jefes del marxismo-leninismo, hasta que llegó Gorbachov y cayó el muro. Ya no estamos en los tiempos de Franco, y allí ya no manda Stalin, ni siquiera Breznev, con su aspecto de momia, sino Medvédev, o Putin, no se sabe muy bien. Lo único que se sabe es que odian a España y no lo disimulan: primero prohibieron el consumo de cerdo ibérico, y el fin de semana nos incluyeron en la lista de destinos a los que se desaconseja viajar por motivos sanitarios, como si fuéramos Burundi. Menos mal que ayer dieron marcha atrás, gracias a la intercesión de la ministra de Sanidad, Trini Jiménez.

Con este alarmismo pasa lo que pasa: que han fotografiado a unos chinos con mascarillas en la playa de la Caleta gaditana. En el barrio de La Viña puede pasar de todo: que aparezca un aerolito, James Bond en una película, o unos chinos con mascarilla. ¿A qué viene esta exageración? España no es sólo el líder del paro en la UE, también lo es en casos de gripe AH1N1. Las medidas de prevención que adoptó el Ministerio de Sanidad fueron churretosas, pero no está la gente muriéndose por las calles. En realidad, todavía no se ha muerto nadie de esa enfermedad tan terrible, que se sepa.

Imagínense que este boicot, en vez de acordarlo Rusia, lo hiciera EEUU. ¡Y con Bush todavía de presidente! De inmediato, la izquierda le hubiera echado la culpa a Aznar, el padre bigotudo de todos los males. Y la derecha a Zapatero, por no arrodillarse ante la bandera en el desfile. Estas dos criaturas, pase lo que pase, tienen la culpa de lo que sea. Como en los tiempos de Franco había otros culpables: los rusos marxistas comunistas soviéticos hijos de la grandísima. Sin embargo, a los del PCE siempre les ha tirado mucho Moscú. Será por nostalgia. Miren cómo ahora Cayo Lara se calló.

¿Qué daño hicimos a los rusos? Ya no se pide el oro de Moscú. Ni siquiera les han recomendado que no envíen más mafiosos a la Costa del Sol, ni que colegas como Gusinski no se refugien en Sotogrande. Para viajeros como éstos, a lo mejor venía bien el boicot. Pero Zapatero traga. Tras estas decisiones sin fundamento, la ministra de Sanidad, Trini Jiménez, se limitó a decir: "No hay ninguna evidencia científica que justifique esa medida". Después la mandaron a la OMS, con la señora Chan, y a convencer a los rusos.

Pero los rusos hijos de Putin son así: primero la meten por delante y después recurren a la marcha atrás. Les da igual, porque saben que un Gobierno socialista jamás prohibirá los viajes a Moscú.

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