hoja de ruta

Ignacio Martínez

Ni oposición ni gobierno

ESTA semana el número dos del PSOE andaluz ha dicho que no hay oposición en Andalucía. Estoy de acuerdo. El PP padece de síndrome de abstinencia, tras el hiperliderazgo, la hiperpresencia y la hipervoluntad de Arenas en las decisiones. Sufre de orfandad. Mario Jiménez se preguntaba el lunes si había alguien en la calle San Fernando de Sevilla, sede regional del PP. Una maldad. Los habitantes de la casa andan ocupados en la difícil transición presidencial entre el hombre providencial y el hombre normal. Zoido es de la traza de Hollande. El tipo corriente, cercano, que ni deslumbra ni desentona. Pero debajo de la lenta ceremonia de traspaso de poderes y de adhesiones hay un lío de la tropa, por decirlo en palabras del léxico de Rajoy.

Jiménez mete el puñal en esa herida. Sostiene que no es que eche en falta una oposición más contundente en Andalucía, sino que simplemente echa en falta una oposición. Y pone un ejemplo bien traído. Zoido tardó tres días en valorar el proyecto regional de Presupuestos y lo hizo después del propio Arenas o de Esperanza Oña, una de las aspirantes a la candidatura popular en las próximas autonómicas. Aunque fuentes muy bien informadas señalan que en la calle Génova de Madrid piensan en serio en Zoido como el candidato regional, de Despeñaperros para abajo se barajan alternativas. El alcalde de Sevilla proyecta dudas, por su discurso, tan abrazado al ayuntamiento que preside, y por su baja nota en los debates quincenales con el presidente de la Junta. Así que florecen los alfileres en el mapa de eventuales candidaturas: en Adra (Crespo), Motril (Rojas), Fuengirola (Oña) o Córdoba (Nieto). Y atención a Tomares, cuyo alcalde y secretario general del PP andaluz, José Luis Sanz, tiene buen cartel.

Quizá el vicesecretario socialista no ha reparado en la otra cara de la moneda; tampoco hay Gobierno en Andalucía. El PSOE quiere marcar el paso a Rubalcaba. Y la actuación de consejeros o diputados que apoyan al bipartito se concentra en hacer oposición al Gobierno de la nación. Un juego perverso; el debate parlamentario regional raramente se ocupa de problemas concretos de los andaluces. El resultado es penoso: ni gobierno, ni oposición.

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