El origen de las cosas y la escayola

Les propongo que hagan algo diferente. Nada carga más las pilas que sentir la emoción de las primeras veces

Siempre hay una primera vez y es la única irrepetible, porque el descubrimiento de algo inesperado desata en quien lo hace, respuestas únicas y diferentes a cuando el hecho en cuestión ya ha sucedido con anterioridad. Hubo un día en que un indígena de la otra orilla del Atlántico, que se encontraba en alguna playa desierta haciendo vaya usted a saber qué, vio por primera vez en el horizonte una nave que cambiaría su vida y la de los suyos. Tuvo que haber también un momento en el que los dinosaurios debieron comenzar a sospechar que algo no iba bien. En algún lugar de África, alguien debió sentir por primera vez el deseo de contarle al mundo lo que era su vida. Y pintó. En algún momento nació la música y alguien creó la primera canción. ¿Qué sentiría la persona que la escuchó por primera vez? Sí, hubo un primer avión, una primera rueda, un primer grifo de agua, un primer caballo amaestrado, un primer perro leal.

Son demasiadas las cosas a las que a fuerza de repetirse nos hemos acostumbrado y han dejado de maravillarnos, aunque su atractivo siga ahí. Un día escuchamos la que es desde entonces nuestra canción favorita, pero nunca transformó nuestro cerebro tanto como en aquella primera escucha. Lo mismo nos sucede con libros, lugares, películas, sabores, colores, personas, besos, victorias o rechazos. Somos más felices de niños, porque todos los días descubrimos algo nuevo. Somos más aburridos cuando tras madurar nos convertimos en protagonistas de rutinas casi siempre más destinadas a defender el castillo que a salir de él en busca del horizonte. Cuando dejamos de aprender, dejamos de vivir, aunque sigamos respirando.

Ahora que es tiempo de vacaciones, el deseo mayoritario es el descanso. No hacer nada. La vida es dura y hay que recuperarse. Les propongo que hagan algo diferente a lo habitual. Nada carga más las pilas que sentir la emoción de las primeras veces. Piensen en alguna actividad que no hayan hecho nunca y que les ilusione. Luego pónganse a ello y recuperen la inocencia y alegría de descubrir. Yo me compré una bicicleta y soñé con unas vacaciones pedaleando por rutas y esfuerzos desconocidos. Al segundo día me caí, y ahora con un brazo escayolado por primera vez en mi vida, ando descubriendo lo difícil que es vestirse con una sola mano. Y gracias a ello mi verano será inolvidable.

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