Un país dividido y sin liderazgo

Ya no hay un líder fuerte en Alemania, ni en España tampoco. Sin referentes sólidos el voto se fragmenta

Nuestros políticos han prestado poca atención a las elecciones de Alemania, quizá porque no las pueden aprovechar a su favor. O porque dejan un escenario que recuerda al nuestro y no les gusta: la fragmentación y el riesgo de la ingobernabilidad al no existir un liderazgo fuerte. Angela Merkel ha gobernado con una gran coalición de la CDU y el SPD, que sólo podía presidir ella. Era una líder fuerte, capaz de lograr un pacto entre dos partidos antagónicos, que se turnaban en el poder. Es como si en España un líder del PP hubiera sido capaz de gobernar con el PSOE, ofreciéndole ministerios importantes. Algo que parece imposible.

Para España ha tenido consecuencias. La gran coalición del centro derecha y el centro izquierda alemán favoreció que Angela Merkel cambiara su política. De la austeridad más estricta en 2010, pasó a apoyar los fondos de 140.000 millones de euros que repartirá la UE a nuestro país por la pandemia de 2020. Pero ya no hay un líder fuerte en Alemania, ni en España tampoco. Sin referentes sólidos, el voto se fragmenta. CDU y SPD son comparables al PP y al PSOE, respectivamente. Ahora los pactos dependen de los liberales del FDP, que serían una bisagra más en auge que Ciudadanos, y de Los Verdes, que son más verdes que rojos. La verdura alemana es menos populista, y engloba a un sector que se consideran liberales de centro izquierda. No se fían de los socialdemócratas y su intención es darles el sorpasso en cuanto puedan.

El centro derecha alemán mantiene una línea roja para evitar que gobierne la extrema derecha de Alternativa por Alemania. Pero también los socialdemócratas son reacios a pactar con Die Linke (La Izquierda), que es lo más parecido a Unidas Podemos que hay allí, y a la que apoyaron en Turingia. Alemania es menos populista: entre la extrema derecha y la extrema izquierda han sumado el 16% de los votos, mientras que aquí entre Vox y Unidas Podemos consiguieron el 25% de los votos. Otra diferencia es que Frankenstein no tiene nada que hacer en Alemania, donde la política estatal no está condicionada por partidos separatistas. Es otro detalle que la hace más gobernable. Allí son factibles acuerdos para sumar entre la izquierda moderada, la derecha moderada y el centro.

Aunque los bloques no son tan cazurros, Alemania, como España, y como Europa en general, no pasa por su mejor momento. Habrá un pacto, pero no garantiza un futuro estable y próspero en los próximos años.

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