Cámara subjetiva

Ángeles Mora

Dos palabras

MARCOS Ana escribió en la cárcel: "Mi vida,/ os la puedo contar en dos palabras:/ Un patio/ y un trocito de cielo/ por donde a veces pasan/ una nube perdida/ y algún pájaro huyendo de sus alas". Después de soportar 23 años de su juventud -de los 19 a los 42- en las cárceles franquistas, Marcos Ana, al fin, en el año 1962 probó la libertad. Y la libertad no fue para él un camino de rencor sino de superación y grandeza de ánimo. Como lo había sido la cárcel. Y es que ser preso o libre es también un asunto que se dirime dentro de nosotros mismos. Muchas veces nos creemos libres aunque estamos atrapados por el peso de nuestras propias cadenas. Pero también hay personas cuyo corazón libre no cesa de volar incluso entre los barrotes de una jaula de hierro.

Sin apenas estudios -"la cárcel fue mi universidad", nos ha dicho Marcos Ana-, en prisión conoció a Miguel Hernández y Buero Vallejo y a otras muchas personas ejemplarmente valiosas. En la cárcel y en clandestinidad leyó libros de Alberti o Neruda y comenzó a escribir poesía. Poco a poco se convirtió en la cabeza pensante y organizadora de una actividad cultural carcelaria tan intensa y reconfortante como llena de dificultades y riesgos.

Su vida nos la cuenta él mismo. Y al leerla pensamos que es una novela que seguramente nunca hubiésemos sido capaces de imaginar. Por lo dramática, pero también mágica y grandiosa en su humildísimo transcurrir diario. Por eso la publicación en el año 2007 de su libro Decidme cómo es un árbol, memoria de la prisión y la vida ha supuesto un revulsivo para nuestras conciencias acomodadas. En el difícil mundo de hoy, cada vez más insolidario y brutal, nada mejor que homenajear la existencia a contracorriente y la lucha de este auténtico héroe de nuestra historia más dolorosa y triste.

Es justo que quien supo encontrar en la cárcel su universidad, encuentre hoy el apoyo de la Universidad de Granada y espero que el de todas las instituciones granadinas y españolas y todas las personas de buena voluntad unidas para pedir en su honor el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

He aquí el mensaje constante de esta persona ejemplar, este luchador incansablemente generoso: "Quizás no debemos contar la vida por años, sino por la intensidad con que la hemos vivido. Y los años sufridos en prisión fueron más ganados que perdidos, pues los viví con tanta pasión en aquel crisol de dignidad, que dieron una dimensión especial y un sentido más profundo a mi existencia".

Sólo dos palabras más: Marcos Ana.

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