La pamplina de cada día

La pandemia ha sido un escenario adecuado para lanzar al estrellato a pamplinosos varios

Curioso término, este de pamplina, que me viene a la mente después de escuchar algún informativo y leer ciertas noticias. En mi infancia, antes de algunas películas, se proyectaban dibujos animados que eran conocidos como periquitos y cortos de cine mudo. Buster Keaton, uno de los actores preferidos, solo era conocido por ese nombre por los cinéfilos; popularmente se le llamaba Pamplinas.

Como el término apenas se oye, habrá que explicar a los más jóvenes, si es que alguno es lector de artículos, que el Diccionario de la Real Academia Española recoge que se trata de una planta herbácea y en otra acepción, dicho o cosa de poca entidad, fundamento y utilidad. La verdad es que no está justificada la poca utilización del término, porque cada vez se escuchan más pamplinas y hay más pamplinosos, algunos de ellos ocupando cargos de responsabilidad.

Se suele decir que los políticos desayunan cada día con algún que otro sapo, lo que hay quien opina que les va en el sueldo, pero los sufridos ciudadanos no tendríamos por qué estar soportando pamplinas un día sí y otro también. Las hay de todo tipo: académicas, informativas, publicitarias, culturales, deportivas y a todos los niveles. Y curiosamente, mientras más pamplinas se digan o se escriban, da la impresión de que con ello se consigue aumentar el número de lectores o las cifras de audiencias.

Cada día se tiene noticia de alguna pamplina, cuando no de dos o media docena de ellas. Recomendaciones sanitarias de ponerse a la sombra los días de calor para que se soporten menos temperaturas o las necedades del lenguaje inclusivo, son algunas de las perlas que se escuchan y que hay que soportar sin considerarse insultado o menospreciado en un mínimo sentido común. La pandemia ha sido un escenario adecuado para lanzar al estrellato a pamplinosos varios. Mensajes sobre mascarillas, desescaladas, tipos de vacunas y edades recomendadas han sido un claro ejemplo de ello. Si se piensa que se recurre a ellas como cortina de humo para esconder otras maniobras, podría atisbarse un ápice de inteligencia, pero dudo que esto sea así y la pamplina no sea más que fruto de tanta necedad e ignorancia. En un mundo en el que reinan las redes sociales y las noticias falsas campan a su antojo, saber discernir es un bien que debería cultivarse en la escuela, empezando por padres y profesores. Es la educación del futuro.

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