Pocos alimentos son tan apetecibles y bien recibidos en la mesa como la patata. Da igual cómo se cocine o se sirva, este tubérculo es el rey de la casa. Le gusta a los más pequeños, pero también a los mayores. Por eso, muchos consideran que la manera de guisarlas o cómo se combinan en el plato pueden llegar a ser una forma de arte. Y es lo que debió pensar este vendedor, que dejó apoyada la bicicleta atestada con sacos de papas sobre la cristalera de la Galería de Arte Granada de Gran Vía. Una metáfora incuestionable de la pequeñez de la inventiva y de lo mundanal de lo significativo.

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