Los hechos narrados a continuación forman parte de una historia real. En un viaje del Metro de apenas diez minutos había un señor leyendo este periódico, otro un suplemento de otro diario, una señora leía La hermandad de la buena suerte de Fernando Savater, una joven estaba metida en algo que tenía pinta de novelón de intriga o fantástico y, al menos, un par de personas iban en el tranvía leyendo hojas que bien podían ser apuntes o facturas. Para que luego digan que el papel está muerto. Sí, es cierto que eran mayoría los que iban enganchados a la pantalla y sacando y metiendo el móvil en su bolsillo. Pero no se imaginan lo maravillosa que era la actitud de aquel hombre leyendo las páginas del periódico con la convicción que lo hacía. En un tiempo en el que casi todo vuelve por un puro de nostalgia, el periódico no tiene necesidad de hacerlo ya que nunca se ha ido. Ahí sigue, aquí seguimos, contando noticias para los que tienen necesidad permanente de buscar la información instantánea y para los que escudriñan el papel hasta dejarlo vacío y lo mismo al día siguiente. Es lo suyo.

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